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El Vaticano lanzó un grito global para reformar el sistema financiero internacional, exigiendo la reducción, reestructuración e incluso condonación de la deuda que asfixia a los países más pobres. Esta postura representa una sacudida moral al orden económico actual, donde naciones enteras pagan más intereses que salud o educación.

La propuesta, liderada por el arzobispo Gabriele Caccia en la ONU, plantea una reforma estructural que priorice la dignidad humana sobre el lucro financiero. "Es imposible eliminar la pobreza cuando 3,4 mil millones de personas viven en países que gastan más en el pago de intereses que en atención sanitaria y educación", advirtió. El mensaje del Vaticano interpela directamente a los países y sectores más ricos.

¿Qué propone exactamente el Vaticano y por qué incomoda a los poderosos?

La Santa Sede no solo pide "una reducción inmediata de la deuda", sino que va más allá: sugiere la condonación total en algunos casos y el rediseño de la arquitectura financiera global. El enfoque apunta a países africanos, sin acceso al mar o de ingresos medios, atrapados en ciclos de pagos que impiden su desarrollo humano.

"Este tiempo pide la restitución y redistribución de la riqueza acumulada injustamente como camino hacia la reconciliación personal y civil", recordó Caccia, citando al papa León XIV. La propuesta implica una crítica directa al modelo económico actual y pone en la mira a quienes concentran fortunas mientras naciones enteras se empobrecen.

¿Por qué esta reforma también es ecológica?

El Vaticano introdujo un concepto potente: la deuda ecológica. Monseñor Caccia advirtió que el 40% de los pequeños Estados insulares en desarrollo ya están en riesgo de impago y, al mismo tiempo, soportan los peores efectos del cambio climático causado por otros. La injusticia climática, entonces, también es parte del problema.

"Los más pobres y vulnerables soportan la mayor carga de los impactos climáticos", señaló.

Esta deuda no es solo financiera pues se trata de siglos de explotación de recursos del sur global por parte del norte, sin compensación justa.

Así, la propuesta vaticana apunta a una reforma integral que une economía y ecología, impulsando la justicia social como prioridad internacional, con miras a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.