En 1931, los arqueólogos Theodore McCown y Dorothy Garrod encontraron en la cueva Skhl, ubicada en el Monte Carmelo, Israel, los restos óseos de lo que parecía ser una niña. Durante años su fisonomía generó preguntas sin respuesta, pero un nuevo estudio publicado en la revista L'Anthropologie reveló que se trataba de un híbrido entre Neandertal y Homo sapiens, algo que no se había documentado con claridad hasta ahora.
Este descubrimiento representa un avance sin precedentes en la comprensión de la evolución humana y de nuestras primeras manifestaciones rituales. La niña híbrida habría sido enterrada hace 100.000 años, convirtiéndose en el primer entierro ceremonial de la historia y marcando un hito en el desarrollo cognitivo y social de los grupos humanos de esa época, cuando aún compartíamos territorio con los Neandertales.
El entierro más antiguo de la humanidad
Según el estudio, este hallazgo corresponde al ritual funerario más antiguo detectado. Durante la última etapa del Pleistoceno, las comunidades humanas comenzaron a enterrar a sus muertos, demostrando un cambio profundo en su conciencia social y espiritual como parte de la evolución humana y sus capacidades cognitivas superiores.
Junto a los restos de la niña híbrida de Skhl, se encontraron 16 esqueletos de adultos y fragmentos óseos esparcidos en la cueva. Estas prácticas evidencian los primeros actos simbólicos en la historia, donde Homo sapiens anatómicamente modernos y Neandertales no solo coexistieron, sino que compartieron rituales y costumbres funerarias.
Un individuo híbrido único
Los investigadores detectaron que la niña tenía un cráneo similar al Homo sapiens, pero una mandíbula propia de Neandertal, confirmando su origen híbrido. Esto la convierte en una de las pruebas más claras del mestizaje entre ambas especies humanas, clave para entender nuestra evolución biológica y cultural.
El Centro Nacional de la Recherche Scientifique (CNRS) halló similitudes con Neandertales que vivieron en Francia y España. Este hallazgo sugiere que existió contacto genético y cultural entre grupos humanos de distintas regiones, modificando lo que se creía sobre la historia migratoria y de asentamientos en Eurasia.
El origen de los rituales funerarios
El entierro de la niña híbrida demuestra un avance en la mente simbólica de estas comunidades. Su sepultura especial indica pensamiento ritual o religioso primitivo, precursor de los cementerios organizados y ceremonias funerarias actuales que forman parte esencial de todas las culturas.
"El hecho de que la niña de Skhl sea un híbrido contribuye a la investigación sobre paleocognición y el surgimiento de la mente simbólica humana", concluyeron los expertos. Este hallazgo redefine el inicio de los rituales funerarios en nuestra especie y revela el poder de los vínculos sociales primitivos.