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El oro fue el metal más codiciado por los faraones egipcios, quienes lo consideraban sagrado y divino, partiendo de esta idea, el oro es fundamental en la historia del Antiguo Egipto. Su brillo y resistencia lo ligaban al dios Sol, Re, y creían que la carne de los dioses estaba hecha de este metal inalterable.

El oro no solo era un símbolo de poder en el Antiguio Egipto, sino también una herramienta política y religiosa que marcó a Egipto. "De oro eran numerosas piezas de joyería, portadas con orgullo por faraones y nobles", lo que demostraba su estatus y conexión con lo divino, indica National Geographic.

Este metal no solo servía para la ostentación, sino también como recompensa, por ejemplo, el faraón, considerado el dueño de todo el oro de Egipto, lo otorgaba a quienes lo merecían por sus servicios.

Desde generales hasta sacerdotes, muchos fueron condecorados con valiosas joyas y collares shebyu. "El oro se consideraba un material tan sagrado que el faraón... podía concederlo a quien creyera que era merecedor de él", reforzando la idea de su divinidad.

El "país del oro": el origen del metal sagrado

El oro egipcio provenía principalmente de Nubia, conocida como "el país del oro". Para obtenerlo, se enviaban expediciones que establecían campamentos mineros.

"La mena de la que se extraía el oro se procesaba in situ, machacándola, aventándola y lavándola", permitiendo que el metal precioso llegara en lingotes a Egipto, donde se transformaba en joyas y amuletos.

Las recompensas de oro para los leales al faraón

El oro no solo era un metal valioso, sino también una distinción honorífica. Figuras como Parennefer y Ay recibieron collares shebyu de manos del faraón. "

Ay en concreto luce seis, entregados como premio a su dedicación", evidenciando que el oro también funcionaba como herramienta de fidelización política y social.

"Las moscas del valor": el oro en la guerra

El máximo reconocimiento militar era el collar "las moscas del valor", otorgado a soldados destacados. "Se componía de una cadena con varias figuras de moscas engarzadas", simbolizando la tenacidad.

Aunque mayormente concedido a hombres, la reina Ahhotep también lo recibió por su papel en la lucha contra los hicsos, demostrando que el oro también reconocía el coraje en el campo de batalla.