En un llamado que ya resuena como uno de los más contundentes de su pontificado, el papa León XIV convocó a todos los creyentes a construir una nueva Iglesia católica "sin condicionamientos ideológicos ni políticos".
A través de una serie de mensajes en su cuenta oficial de X, el pontífice dejó en claro que el camino de la Iglesia del presente y del futuro debe estar marcado por la unidad y la caridad. "¡Esta es la hora del amor!", proclamó, subrayando que la caridad de Dios "es el corazón del Evangelio".
León XIV insistió en la necesidad de dejar de lado las divisiones para dar paso a una Iglesia abierta, misionera y profundamente humana. "Construyamos con el Espíritu Santo una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia", publicó el 18 de mayo, en un mensaje que ya ha sido interpretado como una hoja de ruta espiritual y pastoral.
Para el Papa, el cambio no es solo interno, sino también un llamado al mundo: "Si los cristianos y los miembros de otras religiones estamos unidos y libres de condicionamientos ideológicos y políticos, podremos ser eficaces a decir ‘no' a la guerra y ‘sí' a la paz, ‘no' a una economía que empobrece a los pueblos y a la Tierra y ‘sí' al desarrollo integral", escribió.
Así, León XIV propone una Iglesia capaz de reconciliar, de tender puentes y de ser fermento de esperanza en un planeta herido.
Una Iglesia que escucha y camina con el pueblo
El pontífice dejó en claro que su papado no busca imponerse, sino acompañar.
"Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría", expresó, apelando a una cercanía radical con los fieles. León XIV se aleja de cualquier idea de poder vertical y se posiciona como un pastor que camina junto a su pueblo por "el camino del amor de Dios".
En ese mismo espíritu, pidió mirar hacia las periferias y hacia quienes luchan por una sociedad más justa. "Las personas comprometidas con la mejora de la sociedad, los movimientos populares y las organizaciones católicas de trabajadores son expresión de las periferias existenciales en las que la esperanza resiste", afirmó, llamando a que "se escuche la voz de los pobres" como una prioridad ética de la Iglesia actual.
Unidad y reconciliación como misión central
La idea de unidad aparece como uno de los ejes fundamentales de su mensaje. "A Pedro se le pide servir a la fe de sus hermanos, caminando junto con ellos. Quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado", escribió. Para León XIV, la fe debe traducirse en la práctica concreta de la fraternidad.
Ese compromiso fraterno trasciende las fronteras del cristianismo: "El testimonio de la fraternidad entre cristianos y fieles de otras tradiciones religiosas, manifestado con gestos concretos, contribuirá a construir un mundo más pacífico", señaló, en sintonía con su llamado a una Iglesia despojada de banderas políticas y abierta a la colaboración interreligiosa. Bajo su liderazgo, la Iglesia católica se perfila como un actor espiritual y social llamado a sanar heridas, derribar muros y sembrar amor.