En esta noticia

Un hallazgosorprendente publicado recientemente en Nature Communications puso en jaque nuestro conocimiento sobre cuántas personas habitan realmente el planeta.

Según el estudio internacional liderado por investigadores de la Universidad Aalto, los grandes mapas que usamos para contabilizar a la humanidad están subestimando gravemente la población rural, lo que podría significar que miles de millones de personas no están siendo contabilizadas en las estadísticas oficiales.

Un error metodológico con graves consecuencias

El problema central reside en los modelos de datos de población en cuadrícula, una técnica que divide el planeta en secciones para estimar la cantidad de habitantes en cada área.

Estos modelos, que se utilizan ampliamente para planificar infraestructuras, estimar riesgos naturales y calcular necesidades de servicios, tienen un defecto fundamental: fueron calibrados principalmente para entornos urbanos.

En las ciudades, donde las personas viven más juntas, los datos son más abundantes y la infraestructura es más visible desde el aire, estos modelos funcionan relativamente bien.

Sin embargo, en zonas rurales -donde según el Banco Mundial vive aproximadamente el 43% de la población mundial- la dispersión de viviendas y la menor visibilidad en imágenes satelitales generan un sesgo sistemático que subestima significativamente el número real de habitantes.

Esta omisión no es menor y podría estar afectando nuestras estimaciones globales de población de manera dramática.

La ingeniosa metodología que destapó el error

El equipo investigador, liderado por Josias Láng-Ritter, utilizó un enfoque innovador para comprobar la fiabilidad de los datos sobre población rural.

En lugar de basarse en los propios censos, analizaron los desplazamientos de personas causados por la construcción de grandes presas entre 1975 y 2010.

Este método es particularmente valioso porque los proyectos de represas suelen generar datos verificables recogidos en el terreno sobre cuántas personas deben ser reubicadas.

En total, examinaron 307 proyectos de represas en 35 países y compararon los datos de desplazamiento reales con las estimaciones de cinco importantes bases de datos poblacionales globales: WorldPop, GWP, GRUMP, LandScan y GHS-POP.

Los resultados fueron contundentes y alarmantes: ninguna de las bases de datos coincidía con la realidad, y todas subestimaban la población rural de forma sistemática.

Según el artículo original, "incluso en el conjunto de datos más preciso, la población rural se subestima a la mitad".

Impacto en políticas públicas y distribución de recursos

Esta subestimación va mucho más allá de un simple error estadístico. Tiene consecuencias directas y potencialmente graves en la vida de millones de personas, especialmente las más vulnerables.

Los datos de población se utilizan para planificar desde escuelas y hospitales hasta redes eléctricas o sistemas de alerta ante desastres naturales.

Si se cree que en una zona viven 10.000 personas cuando en realidad hay 20.000, las consecuencias pueden ser devastadoras: insuficientes centros de salud, escasez de vacunas durante epidemias, infraestructuras inadecuadas o respuestas deficientes ante catástrofes naturales.

¿Estamos subestimando la población mundial?

Una de las preguntas más inquietantes que plantea este estudio es si los cálculos oficiales de población global, como los de Naciones Unidas o el Banco Mundial, también están equivocados.

Estas estimaciones dependen en gran medida de los censos nacionales, y si estos fallan sistemáticamente en zonas rurales, el número real de personas que habitan el planeta podría ser significativamente mayor.

Aunque el estudio no se aventura a ofrecer una nueva cifra global, los márgenes de error que maneja son suficientes para sugerir una diferencia potencial de miles de millones de personas.

Una cifra que podría alterar profundamente nuestra comprensión de temas tan variados como el cambio climático, la pobreza global o las previsiones de crecimiento demográfico.

No todos los expertos están completamente convencidos. Algunos señalan que la calidad de los datos mejoró en la última década gracias a imágenes satelitales de mayor resolución y a censos más modernos.

Sin embargo, el estudio se centra en el período 1975-2010, para el cual existe menos información independiente y verificada, lo que refuerza la importancia de estos resultados históricos y plantea dudas sobre si los métodos actuales han corregido completamente el problema.