

Durante las últimas semanas, la actividad solar ha encendido las alarmas en la comunidad científica internacional. Una serie de potentes llamaradas solares, observadas y registradas por agencias como la NASA y la NOAA, han puesto de relieve los riesgos que este tipo de fenómenos representan para las tecnologías que dependen del buen funcionamiento del espacio cercano a la Tierra.
NASA registra llamaradas solares extremas que afectan a la Tierra
El 13 y 14 de mayo, el Sol emitió dos llamaradas clasificadas como X1.2 y X2.7, categorías que corresponden a las explosiones solares más intensas conocidas hasta ahora. La NASA, a través del Observatorio de Dinámica Solar, captó imágenes detalladas de estos eventos, los cuales liberaron enormes cantidades de energía electromagnética.

Estas erupciones no son aisladas. Desde el 7 de mayo, se ha registrado un aumento sostenido en la actividad solar, con múltiples estallidos y al menos siete eyecciones de masa coronal (CME) que se dirigieron directamente hacia la Tierra. Una de ellas alcanzó la categoría X8.7 el 14 de mayo, convirtiéndose en la más potente del actual ciclo solar.
Las llamaradas solares pueden tener consecuencias inmediatas sobre el planeta, principalmente en la parte del hemisferio que se encuentra frente al Sol al momento de la explosión. Entre los efectos observados recientemente se encuentran interrupciones en las comunicaciones de radio de alta frecuencia, afectaciones a los sistemas de navegación GPS y riesgos para los satélites en órbita.
Cómo impactan las llamaradas solares a las comunicaciones y la infraestructura tecnológica
Durante la última gran erupción solar, reportes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) confirmaron que hubo afectaciones en las señales de radio en distintas regiones del planeta.

Las interrupciones duraron alrededor de diez minutos y estuvieron relacionadas con un incremento en la ionización de la capa D de la ionosfera, fenómeno que impide la correcta propagación de las ondas de radio.
Estos eventos también representan un riesgo para los sistemas eléctricos y satélites. La NOAA, a través de su Centro de Predicción del Clima Espacial, emitió alertas preventivas dirigidas a operadores de redes eléctricas y misiones espaciales. Por su parte, la NASA activó protocolos de seguridad en varias de sus misiones, incluyendo al satélite ICESat-2, con el fin de resguardar sus equipos frente a las alteraciones electromagnéticas.













