Ya no es un secreto que los smartphones marcan el pulso de la industria móvil. Es más, se estima que en 2016 sólo se comercializarán celulares de este tipo. El fenómeno trasciende fronteras y se replica con igual intensidad en varios países. En el plano local, con una suba de diez puntos con respecto a 2012, en los primeros nueve meses del año cinco de cada diez teléfonos vendidos fueron "smart", según se desprende de un informe publicado por Carrier & Asociados.

En números, esto quiere decir que de los 14 millones de equipos móviles que se esperan vender éste año, 7 millones serán inteligentes. Si se lo compara con 2011, la cifra se duplicó.

En cambio, en lo que va del año, sólo el 17% optó por un teléfono básico, mientras que el resto compró los "socialphones", una especie de punto medio entre ambos.

"La tendencia marca que en dos o tres años todo lo que va a haber serán smartphones", afirmó Enrique Carrier. "El cambio es global y tiene que ver con el hecho de tener Internet en todas partes", agregó.

Lo que sí es un misterio en clave criolla, incluso para los especialistas, es cuándo funcionarán correctamente. Las deficiencias técnicas ya son "costumbre" entre los usuarios argentinos.

Realizar un llamado entre las 17 y las 19 en pleno centro porteño puede resultar una odisea. O intentar navegar por Internet con el servicio de datos se puede volver un chiste sin remate.

Pero algo está claro. Los especialistas consultados coinciden en que todo seguirá igual. Esto es, lo bueno y lo malo. ¿Qué significa la ausencia de modificaciones? Implica índices de venta batidos mes a mes, mejores diseños, mayor variedad de aplicaciones, mejores planes y equipos más baratos. Ejemplo de ello es que hoy un equipo "smart" arranca a partir de $600, cifra impensada poco tiempo atrás.

Y, también, se esperan llamadas entrecortadas, mensajes de texto que no llegan o que arriban a cualquier hora y páginas Web a medio descargar, entre otros problemas.

"Es sensación pero también realidad. Te queres comunicar y no podés. Si vos no subís por WiFi no descargas más la página. No funciona como debería", dijo Juan Gnius, director de operaciones en la consultora Signals.

Otro eje que alimenta éste cambio en el consumo es que los operadores modificaron su plan de negocios y se enfocan en vender más paquetes de datos, razón por la cual benefician con "subsidios" a los celulares más sofisticados.

"El negocio del operador es vender comunicaciones, y el teléfono sirve de incentivo para que cada vez se consuman más servicios de datos y no de voz", señaló Gnius.

En el país, Samsung domina el segmento con un participación del 47%, según datos de Carrier.

Sin embargo, según el informe, en el top 5 de smartphones más vendidos, en primer lugar se ubica el Blackberry 9320 (10%). Lo siguen el Samsung GTS5301 (9%), el Samsung GTI8190 (7%), el Samsung GTS6810 (4%) y el Nokia 620 (4%).

Las preferencias impactan en los números de los sistemas operativos más utilizados. En el país, 5 de cada 10 usuarios optan por el sistema operativo de Google, Android, según un informe de ComScore. A su vez, el 19% opta por iOS de Apple, y el resto se reparte entre Windows Mobile, RIM y Symbian.

Luces y sombras

Un aspecto fundamental que suele acompañar a cualquier tecnología que busca (y logra) captar mercado, es la sensación generalizada de que si no se tiene, se corre el riesgo de "quedarse afuera". Sea lo que sea: desde una reunión de trabajo, conversaciones de grupo hasta un asado con amigos. "El fenómeno es imparable y nadie se lo quiere perder. La gente compra porque si no se queda afuera del círculo de amistades", detalló Carrier. Ocurre que el motor que da vida al fenómeno es el deseo de "socialización", de estar "conectado". Ésta variable, consignó Carrier, afecta a todos los países por igual.

Pero no es todo alegría.

Hay muchas contras que tienen que ver con las deficiencias técnicas que sufren los usuarios en todo el país y sobre las que no hay estudios "profundos". "No sabemos dónde estamos parados en términos de calidad porque no hay investigaciones ni parámetros", dijo Gnius.

El problema tiene dos variantes. De un lado, el papel que "deberían" cumplir las empresas, que tiene más que ver con inversiones y desarrollo de infraestructura, como instalar antenas. Del otro está el Estado, que podría alivianar la situación al licitar más espectro y "facilitar" el proceso para la instalación de antenas, que suele volverse un laberinto complejo para las empresas.

"El servicio tiende a ser cada vez peor. Es una cuestión física, no es fibra óptica; en el caso de los celulares el espectro está limitado, también se suman restricciones para instalar nuevas antenas", afirmó Juan Gnius.

A éste escenario, consignó Gnius, se le suman cuestiones comerciales que terminan por afectar la inversión, como la restricción al giro de divisas al exterior.

Producir cambios concretos, anticiparon los analistas, llevaría al menos seis meses o un año.

"Los desafíos no vienen del lado de los aparatos, ahí está todo bárbaro, el limitante está en el servicio. Hay cada vez más usuarios y se invierte poco en proporción", contó Alejandro Prince, director de la consultora homónima.

Pero, argumentó, la falta de reglas claras y el contexto negativo de la economía, generan complicaciones a la hora de hacer negocios de un sector que "ya invirtió bastante"

Al igual que Gnius, para Prince la solución pasa por facilitar la instalación de antenas y dar más espectro. "Hoy en el país es muy difícil desplegar antenas por las trabas de las intendencias. Se demoran 12 meses para conseguir una autorización, debería haber una ley nacional". En referencia al espectro, aseguró, el Gobierno debería hacer funcionar la frecuencia (4G, libre.ar) que hoy está en manos de Arsat y no tiene uso. "De los cuatro carriles disponibles de la autopista de la telefonía móvil hay uno sin utilizar y por eso están todos apretados en los otros tres", cuestionó Prince.