La reunión del Eurogrupo fracasó ayer en su objetivo de cerrar un acuerdo sobre la continuidad del financiamiento a Grecia, pero las negociaciones seguirán los próximos días a ritmo frenético con ambas partes empeñadas en llegar a buen puerto.
Los ministros de Finanzas de los países de la zona euro aumentaron su presión sobre el gobierno del izquierdista Alexis Tsipras, con un ultimátum para que acepte hasta el viernes una prórroga del programa de rescate vigente, prometiéndole flexibilizar algunas exigencias pero desestimando que Atenas modifique unilateralmente compromisos asumidos.
"Hemos dicho que estamos listos para continuar nuestras conversaciones. Ahora depende de las autoridades griegas decidir si quieren una extensión, si quieren aceptar la oferta de flexibilidad existente en el programa, pero también de dar todos los compromisos" que piden los socios, dijo el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
"Creo que tenemos esta semana, pero eso es todo", agregó quien se desempeña como ministro de Finanzas holandés, en referencia a los plazos para extender el rescate, que vence el 28 de febrero, considerando que la prórroga necesita la aprobación de los parlamentos de los países involucrados.
El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, se mostró confiado en alcanzar un acuerdo "en las próximas 48 horas" y dispuesto a aplazar seis meses el programa de gobierno que le permitió a Syriza ganar las elecciones, a cambio de que se eliminen medidas recesivas del nuevo entendimiento, como un suba del IVA o la reducción de las pensiones más bajas.
Varoufakis explicó que bajo estas condiciones estaba dispuesto a firmar "incluso antes de comenzada la reunión de ministros" un borrador de comunicado preparado por la Comisión Europea que reconocía la gravedad de la "crisis humanitaria" en Grecia y proponía "una extensión de cuatro meses del acuerdo de préstamos". Incluso a mantener al FMI involucrado en el programa.
"Desgraciadamente ese documento fue reemplazado antes de la reunión por Dijsselbloem", dijo el ministro, que criticó la falta de precisiones en la promesa europea de "flexibilizar" las exigencias.
El gobierno griego busca convencer a sus socios para que no corten la financiación al país pero exige un tiempo para implementar su programa de reducción del déficit fiscal, combate a la corrupción y reactivación económica. Apuesta a que, una vez fortalecida sus cuentas, podrá afrontar el pago de su abultadísima deuda, que llega al 180% del PBI. Y quiere cumplir con su promesa electoral de mejorar la vida de los griegos, con un alza del salario mínimo, la recontratación de empleados públicos despedidos, además de dar marcha atrás con el plan de privatizaciones.
Pero sus intenciones generan desconfianza entre las autoridades de la zona euro. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, se mostró escéptico en torno a la posibilidad de alcanzar un acuerdo. "Lo siente por los griegos. Han elegido a un gobierno que por ahora se comporta de manera bastante irresponsable", aseguró.