El presidente de Cuba, Raúl Castro, clausuró hoy una inédita Conferencia Nacional comunista con una cerrada defensa del modelo de partido único, al que la isla no renunciará por ser un “arma estratégica” para su unidad y soberanía frente a las agresiones del “imperio”.

A quienes pensaron que este cónclave iba a suponer “el inicio del desmontaje del sistema político y social” de la revolución cubana, el general Castro, de 80 años, les respondió que la isla no renunciará al partido único porque eso supondría “legalizar en suelo patrio al partido o los partidos del imperialismo”.

También a los que exigen restaurar el modelo “que existió bajo el modelo colonial de Estados Unidos” les instó a tener en cuenta la “historia de permanente agresión, bloqueo económico e injerencia” que enfrenta Cuba, a la que definió como una “plaza sitiada”.
En su rechazo al multipartidismo, el mandatario cubano cuestionó la vigencia y utilidad de las democracias representativas donde, dijo, el poder político se concentra en la èlite económica y financiera y donde las mayorías no cuentan o son reprimidas “brutalmente” cuando se manifiestan.
Con el discurso de Raúl Castro, de unos 45 minutos, y entre los sones de “La Internacional”, cerró este domingo la primera Conferencia Nacional que ha celebrado el Partido Comunista cubano para revisar sus métodos de trabajo y política de cuadros.
Un asunto que ocupó buena parte de su discurso fue el problema dela corrupción, “uno de los principales enemigos de la revolución,mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo einjerencista del Gobierno de Estados Unidos dentro y fuera del país”.
La expectación que provocó este cónclave por la posibilidad de cambios en su Comité Central -que a su vez elige al poderoso buró político, donde se mantiene buena parte de la vieja guardia del régimen- quedó rebajada hace unas semanas por el propio Raúl Castro al pedir no hacerse ilusiones con una reunión sobre “cuestiones internas” del partido.
Hoy abundó en esa línea al apuntar que las decisiones de laconferencia y los acuerdos del VI Congreso no son “una solución mágica” a los problemas, tras insistir en que lo único que puede derrotar a la Revolución es la “incapacidad” para reconocer y rectificar los errores.
“La generación que hizo la revolución ha tenido el privilegio histórico de poder conducir la rectificación de los errores cometidos por ella misma (...) No pensamos, a pesar de que ya no somos tan jóvenes, desaprovechar esta última oportunidad”, añadió.