Chile ingresó en un mes de campaña decisiva después de que Jeannette Jara y José Antonio Kast avanzaron al balotaje del 14 de diciembre. La primera elección presidencial con voto obligatorio en más de una década elevó la participación y mostró un país más disperso, más móvil y menos encuadrado en los esquemas tradicionales. Un informe de Urban, elaborado con datos electorales, territoriales y métricas digitales, ofreció una lectura más fina del escenario que quedó abierto tras la primera vuelta.
El documento recordó que Jara lideró la competencia con cerca del 26,7% de los votos, aunque sin alcanzar el 30% que su espacio consideraba como objetivo estratégico. Urban señaló que la candidata oficialista enfrenta “una importante tarea de movilización y ampliación de su base de cara a la segunda vuelta”, un desafío que vuelve más incierta la disputa de diciembre.
Kast, con algo más del 24%, consolidó su posición en la derecha dura dentro de un sistema político que atravesó una recomposición profunda. Según Urban, estos resultados confirmaron “la profunda polarización del país y, lo más relevante, el colapso de los bloques tradicionales”, un dato que reordenó los equilibrios históricos.
Ese desplazamiento abrió espacio para el ascenso de Franco Parisi, nuevamente tercero y con un crecimiento territorial inesperado. Urban destacó que “un aspecto clave fue el crecimiento de su caudal de votos”, ya que el candidato del Partido de la Gente logró superar su bastión del norte para avanzar en zonas del centro-sur. Su electorado, diverso y difícil de encuadrar, se transformó en el grupo más codiciado por ambos finalistas, especialmente frente al peso que tendrá el voto obligatorio en un padrón ampliado.
La derecha tradicional también reconfiguró su posición. Evelyn Matthei, que meses atrás encabezaba encuestas, quedó relegada al quinto puesto en un golpe político inesperado. El informe remarcó que la ex alcaldesa “se vio obligada a ofrecer su apoyo a Kast, una acción que había intentado evitar durante toda la campaña”, un respaldo que ordenó al sector conservador, aunque sin disipar del todo las tensiones internas.
A la vez, la elección parlamentaria dejó un Congreso más fragmentado, con pactos reconstituidos y bloques medianos que ganaron centralidad. La derecha mantuvo una presencia significativa, mientras que el oficialismo retuvo posiciones clave gracias a una estrategia de unidad en la lista legislativa. La configuración resultante anticipa un escenario de gobernabilidad negociada desde el primer día, sin una mayoría nítida para quien asuma la Presidencia.
El informe también incluyó un ángulo menos explorado: el comportamiento del voto en el exterior. Jara ganó con amplitud entre los chilenos residentes fuera del país, un universo que creció 20% respecto de la elección anterior y que podría cobrar relevancia si la disputa del 14 de diciembre se define por márgenes estrechos.
En el plano digital, Urban observó un contraste de visibilidad y percepción. Kast registró mayor volumen de menciones y un alcance más amplio en redes y prensa, aunque con mayor polarización en el sentimiento asociado a su figura. Jara tuvo menos presencia, pero con una proporción superior de menciones positivas. Esa diferencia entre ruido y valoración podría influir en una campaña marcada por la ampliación forzada del electorado.
Según el análisis, Chile llegará al balotaje con dos proyectos enfrentados, un Congreso bisagra y un electorado más grande, más volátil y menos alineado que en ciclos recientes. La elección se definirá, en buena medida, por quién interprete mejor ese nuevo mapa y logre transformar esas señales dispersas en una mayoría real el 14 de diciembre.