Hace un año, el pueblo de Haití sufría la peor tragedia de su historia. El país más pobre de América Latina era azotado por un terremoto de, 7 grados en la escala Ritcher, que desbastó Puerto Príncipe, la capital haitiana, y sus alrededores, cobrándose la vida de más de 300.000 personas y 1.5 millones de damnificados.

La respuesta internacional, como suele suceder con estas catástrofes, fue inmediata: Los principales Organismos humanitarios comenzaron a movilizar ayuda al rededor del mundo. Líderes internacionales se comprometían a donar millones para solidarizarse con la causa haitiana y enviaban a sus tropas para asegurar la completa distribución de alimentos y medicamentos.

A esto se le sumó una campaña de marketing y publicidad inigualable: Las principales cadenas de televisión del mundo realizaban dramáticos spots sobre la situación en Puerto Príncipe. Mostraban las calles inundadas de escombros que se entremezclaban con cientos de carpas de refugiados. Las cámaras captaban con detalle el rescate de los sobrevivientes para más luego entrevistarlos y contar su historia de vida. En el medio, el llanto de los niños que habían perdido a sus familiares.
Los músicos también quisieron solidarizarse con la tragedia: Grabaron canciones e hicieron un festival a beneficio.
Pero los días fueron pasando, nuevas crisis sociales y políticas sacudieron el mundo, y de a poco, Haití, dejo de ser la historia principal para los medios.
Hoy, en el primer aniversario del terremoto haitiano, Puerto Príncipe es una postal del abandono.
El trabajo de reconstrucción apenas comenzó, pese a la llegada de miles de millones de dólares en ayuda, pero la especulación de la pequeña y corrupta elite haitiana alcanzó proporciones épicas, lo que trabó el correcto uso del dinero.
Luego se desató una epidemia nacional de cólera entre los miles de personas que continúan viviendo en campamentos. La enfermedad causó más de 3.000 muertos a mediados de octubre.
En el medio de esta crisis, se sumó la inestabilidad política y la incertidumbre sobre la formación de un nuevo gobierno.
Casi dos meses después de la celebración de la primera vuelta electoral, en la que los haitianos acudieron a votar en plena epidemia de cólera, los enfrentamientos callejeros y las revueltas populares dieron paso, de nuevo, a la duda y el escepticismo.
A la espera de que la Organización de Estados Americanos (OEA) entregue al actual presidente de Haití, René Préval, el informe final sobre la verificación de los resultados electorales, lo único que parece claro entre los habitantes de Puerto Príncipe es que “el continuismo” no puede seguir arraigado en el país.
De confirmarse el informe de la OEA, en la segunda vuelta, que en principio tendría que celebrarse el próximo domingo, se enfrentarían la ex primera dama Mirlande Manigat, la ganadora en la primera vuelta, y el cantante Martelly.
Nuevas promesas
Hoy, en el medio de las homenajes, las ofrendas y las misas para recordar a las víctimas del terremoto, los compromisos de ayuda volvieron a surgir: España se comprometió a donar u$s130 millones para la reconstrucción del país. La red Cáritas dijo hoy que en mayo próximo habrá destinado más de u$s 217 millones en programas sociales.
Por su parte, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, renovó su compromiso con los haitianos: “‘Reafirmo nuestra determinación de ayudar en la reconstrucción de ese país cuyo pueblo no se rinde ante las adversidades y ha dado muestra de su voluntad de vivir”.
Mientras tanto, el pueblo haitiano llora a sus víctimas y se aferra a la idea de recobrar la dignidad.