Fueron 17 horas críticas. Finalmente, cerca de las 6 de la mañana de ayer, los líderes de la zona euro lograron que Grecia aceptara hacer durísimas concesiones y quedar bajo supervisión externa, a cambio de un acuerdo para iniciar negociaciones para un nuevo rescate a tres años de 86.000 millones de euros que permitiría al endeudado país quedarse en el euro. "Fue con la pistola en la sien", graficaba ayer uno de los participantes de la cumbre de emergencia.
Apenas horas después de que se llegó al acuerdo tras toda una noche de negociaciones, surgieron las dudas de que el primer ministro Alexis Tsipras pueda mantener unido a su gobierno lo suficiente como para implementar cualquier tipo de rescate (ver aparte). Es que las condiciones impuestas por los acreedores internacionales, liderados por Alemania, obligan a Tsipras a renunciar a la gran promesa con la que llegó al poder en enero: poner fin a la austeridad en Grecia.
El documento final incluye varias de las líneas rojas que el gobierno de Tsipras quería evitar, como la participación del FMI en el rescate, nuevas privatizaciones y la creación de un fondo de 50.000 millones controlado por la UE que servirá para amortizar la deuda. Sobre la deuda, se abre la vía a una reestructuración y alargar los plazos, pero recuerda que no es posible una quita.
El acuerdo obliga además al gobierno griego a legislar rápidamente esta semana las nuevas medidas, entre ellas una suba del IVA, la reforma de las pensiones y la apertura a la competencia de sectores como el del transporte maríimo o de la energía, así como una "revisión y modernización" del mercado laboral. El acuerdo también incluyó medidas muy concretas sobre la apertura de los negocios el domingo o la regulación de las farmacias.
"Claramente la Europa de la austeridad ha ganado", dijo el ministro de Reformas de Grecia, George Katrougalos.
"El acuerdo fue laborioso, pero se consiguió. No hay Grexit", anunció el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, rechazando las sugerencias de que Tsipras había sido humillado al aceptar esas condiciones.
Adelantándose al escenario de indignación pública, el propio Tsipras insistió en que él y su equipo "libraron una dura batalla", pero lograron "evitar el estrangulamiento económico".
El acuerdo condicional prevé una financiación "puente" hasta que esté listo el rescate, lo que podría llevar hasta un mes porque necesita aprobaciones parlamentarias de varios países.