El papa Francisco encabezó hoy el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud en la Playa de Copacabana, donde apuntó contra males sociales modernos como “los paraísos artificiales de las drogas”, el hambre y las persecuciones raciales y dedicó un párrafo para criticar la “incoherencia” de algunos religiosos.

La actividad comenzó con un nuevo ‘baño de multitudes‘, con Francisco circulando en papamóvil entre los cientos de miles de peregrinos de todo el mundo que se congregaron para reflexionar sobre los hechos que encierra la pasión y muerte de Jesús, que son narrados en 14 “estaciones” que conforman el Vía Crucis.

“Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que no pueden ya gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con ella, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, que lloran la pérdida de sus hijos, o que sufren al verlos víctimas de paraísos artificiales como la droga”, reflexionó el Santo Padre.

La única ovación que interrumpió el discurso de Francisco se generó luego de que pidiera rezar por los 242 jóvenes muertos en enero de este año en el incendio de la discoteca Kiss de la ciudad de Santa María, en el estado brasileño de Rio Grande del Sur.

Luego sostuvo que Cristo se une “a todas las personas que sufren hambre en un mundo que cada día tira toneladas de alimentos” y a los “que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo o corrupción” o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios “por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio”.

El pontífice afirmó además que la meditación del Vía Crucis propone distintas actitudes ante el dolor y puso como ejemplos de ello a la Virgen María o a Simón de Cirene, el hombre que según la tradición ayudó a Cristo a llevar la cruz.

“La cruz de Cristo enseña a ser como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura”.

Elevando el tono de su voz por única vez, preguntó: “¿Como quién querés ser? ¿Cómo Pilato, que se lava las manos?” . Luego, prosiguió interpelando: “¿Como quién querés ser, como el Cireneo, como María? Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo”.