En la mayoría de los sitios de e-commerce es más probable que un algoritmo en lugar de un humano establezca el precio de los productos. Los algoritmos de fijación de precios se han vuelto omnipresentes en el comercio minorista en línea a medida que los sistemas automatizados son cada vez más asequibles y fáciles de implementar. Pero mientras las compañías como las aerolíneas y los hoteles han usado durante mucho tiempo máquinas para establecer sus precios, los sistemas de precios han evolucionado. Pasaron de programas basados en reglas a programas de aprendizaje por refuerzo, donde la lógica de decidir el precio de un producto ya no está bajo el control de un humano.

Dentro de este contexto, a los sistemas se les asigna una meta como maximizar la ganancia general; luego experimentan con diferentes estrategias en un entorno simulado para encontrar la estrategia óptima para cumplir con la meta establecida. Un nuevo estudio ahora sugiere que estos sistemas podrían plantear un gran problema: aprenden rápidamente a coludir.

Investigadores de la Universidad de Bolonia en Italia crearon dos algoritmos de precios simples basados en el aprendizaje por refuerzo y los liberaron en un entorno controlado. Descubrieron que los dos algoritmos completamente autónomos aprendieron a responder al comportamiento del otro y rápidamente escogieron el precio de los productos por encima del valor que hubieran optado de estar operando por separado.

"Desde el punto de vista del antimonopolio, la preocupación es que estos algoritmos de precios autónomos pueden descubrir de forma independiente que, para obtener el mayor beneficio posible, deben evitar las guerras de precios. Es decir, pueden aprender a coludir incluso si no se les ha indicado específicamente que lo hagan, e incluso si no se comunican entre sí", expresaron los investigadores a cargo del estudio, Eilio Calvano, Giacomo Calzolari, Vincenzo Denicolò y Sergio Pastorello

Para los científico esto constituye un problema. Primero, porque el "buen desempeño" desde el punto de vista de los vendedores, es decir, los altos precios, es malo para los consumidores y para la eficiencia económica. En segundo lugar, estas colusiones tácitas de precios (que no se basa en la intención y la comunicación explícitas) actualmente no se considera ilegal, ya que es improbable que ocurra entre agentes humanos e, incluso si ocurren, sería casi imposible de detectar. "Se trata de un verdadero desafío para la legislación antimonopólica", reconocen los científicos.

A partir de ahora habrá que ir con más cuidado cuando se crea que hay un ofertón en ventas en línea.