El boom en la educación online creó un empleo que no existía hace unos años: supervisor remoto de exámenes. Más de 100 personas hacen esto para ProctorU, un start up de rápido crecimiento fundado en 2009. Sentados en computadoras en las oficinas de ProctorU en Hoover, Alabama, o Livermore, California, los supervisores usan webcams y software de pantalla compartida para observar a estudiantes que se encuentran en cualquier lugar mientras hacen un examen o completan una tarea online. Mientras los estudiantes trabajan en sus computadoras, los supervisores se aseguran de que no hagan trampa.

Esto será vital porque la posibilidad de ofrecerles a los estudiantes resultados “certificados” —y un certificado del curso— probablemente será la clave para asegurar que los cursos online sean económicamente sustentables. EdX, el acuerdo de educación digital entre MIT y Harvard, cree que puede cobrarles a los estudiantes U$S 100 o un precio similar si quieren obtener un certificado oficial. Otros proveedores de cursos online, como Udacity y Coursera, esperan ganar dinero al conectar a sus mejores estudiantes con los empleadores. Con esto en mente, edX, Coursera y Udacity están trabajando con la editorial educativa Pearson para permitirles a los estudiantes online hacer exámenes en centros de pruebas manejados por Pearson. Estos centros se pueden encontrar en más de 100 países. Pero incluso una red tan amplia no podrá llegar a cualquier potencial estudiante. Así que más de 200 universidades y colegios contrataron a ProctorU para supervisar los exámenes de manera remota. “Casi cada clase tiene un componente online ahora”, dice Don Kassner, el CEO de la compañía. “Las universidades se están dando cuenta de que la logística de agendar 350 estudiantes en una clase para un examen final es difícil”, agrega.

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Muchos de los supervisores contratados por ProctorU son estudiantes universitarios. Se les paga U$S 0,75 por hora por encima del salario mínimo (U$S 8,75 la hora en California) y obtienen un aumento de U$S 1 por hora luego de un periodo de evaluación de 90 días. Un supervisor debe mirar y responder preguntas de hasta cinco o seis personas que hacen el examen por vez, así que Kassner dice que trata de contratar personas que sean “multitaskers” probados, como ávidos jugadores de video o personas que trabajaron en restaurantes.

Supervisar los exámenes ofrece una notable ventana al mundo, dice Franklin Hayes, quien administra exámenes para la compañía desde 2011. Además de controlar a estudiantes universitarios en sus residencias y departamentos, les tomó exámenes a soldados en Afganistán y a personas que esperaban aprobar cursos de certificación para asfaltar autopistas. Una vez, un oficial de policía se logueó para hacer un test desde una laptop en la patrulla.