Las crisis históricamente golpean a los sectores más vulnerables, los cuáles no poseen la espalda económica para sostenerse durante estos períodos. De esta forma, muchos individuos se vuelcan a la opción de las "changas", es decir, de los trabajos temporales de todo tipo, principalmente en construcción y arreglos del hogar. Sin embargo, en este contexto en el que se le pide a la sociedad que se quede en su hogar, las changas escasean y pocos trabajadores pueden continuar con su actividad.

Por otro lado, la pandemia aceleró completamente la transición hacia la virtualidad: tanto el trabajo como la educación migraron hacia lo remoto y, de esta forma, surgen nuevas necesidades básicas que van desde una computadora funcional hasta una buena conexión a internet.

En este contexto, se dan a conocer historias como la de John Moreno, de 47 años, quién intercambia changas en la construcción por una computadora para que su hijo pueda continuar con sus estudios en una escuela industrial de la ciudad de La Plata, a la que asisten sus dos niños mayores de 16 y 19 años.

Moreno publicó su propuesta por primera vez en Facebook, en una página de compra y venta de Berisso, localidad a la que pertenece. "Intercambio trabajo en construcción y plomería por una computadora de escritorio. Lo necesito urgente para mis hijos, por favor si alguien necesita remodelar o arreglar alguna cosa en su hogar, pueden hablarme. Les estaré agradecido si comparten esta publicación para que no se pierda", lee el posteo.

El "changarín" nació en Perú y arribó a la Argentina en un mal momento: unos meses antes de la crisis del 2001, la cual destruyó sus esperanzas de estudiar medicina y lo obligó a dedicarse a la construcción, rubro en el que ya tenía manejo. "Acá me perfeccioné, aprendí el oficio. Trabajé en varias empresas de construcción hasta que comencé a trabajar en refinerías", revela Moreno a Infobae.

Aunque Moreno tenía un trabajo estable en una refinería, este lo dejó parcialmente sordo al perder el 90 % de la audición de un oído y tuvo que abandonar. Por lo pronto, la ART no se ha hecho cargo, alegando que se trata de una enfermedad preexistente no cubierta, de esta forma, Moreno continúa en juicio contra ellos.

En 2019, esta situación lo obligó a volver al mundo de las changas, a través de las cuales ganaba lo suficiente para mantener a su familia y que tanto sus hijos como su esposa, Zully, pudieran estudiar. Ella, quién llegó de Perú dos años después que su esposo, se encuentra realizando la carrera de enfermería, tarea que también se le dificulta sin acceso a una computadora.

Sus hijos, por su parte, asisten todos al colegio: el mayor, de 19, se encuentra cursando el bachillerato para técnico químico, el siguiente se encuentra en 5to año del secundario y espera egresar en dos años como técnico en electrónica. Por otro lado, los más chicos asisten a primer año de secundaria y al primario.

Su segundo hijo cursó todo el 2020 a través de su celular, sin embargo, ahora sus profesores exigen un material de trabajo muy costoso y específico: una computadora con 4gb de RAM, 128 de almacenamiento y Windows 10.

Según los profesores, el niño ya no podrá cursar con su celular ya que precisa descargarse programas específicos para continuar con sus tareas. Por otro lado, una computadora familiar sería útil para toda la casa, ya que desde Zully hasta los más pequeños se ven obligados a la virtualidad para continuar con su educación.

En este contexto, Moreno decidió ofrecer su trabajo a cambio de una computadora de escritorio en las redes sociales, un pedido de ayuda que se volvió viral. El changarín recibió ya varias ofertas de trabajo a raíz de esta publicación y espera visitar los hogares que precisan reparaciones esta semana con el fin de conseguir la preciada computadora para sus hijos.

"No pueden seguir estudiando con el celular y tampoco quiero que descuiden el colegio. Me acongoja verlos haciendo las clases desde el celular y que no puedan progresar", agrega Moreno. Sus dos hijos mayores tienen sus clases a través de sus celulares, sin embargo, su niña de 13 años debe cursar su primer año de primaria a través del dispositivo de su madre, el cuál ella también utiliza para formarse.

"Ellos son muy aplicados, no salen mucho, no tienen vicios. Y están esperanzados, inquietos. Son más reservados, no quieren pedir nada, pero cuando averiguamos los precios de las computadoras, les dije que no podíamos llegar a conseguir esa plata", continúa con tristeza, pero determinación el albañil.

"Hago reparaciones, refacciones, puedo hacer casas de cero, desde los cimientos hasta entregar la llave en mano porque entiendo el trabajo. También hago plomería, pinto, revoques", concluye a Infobae.