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El asesinato de Juan Pablo Jiménez en Palermo volvió a mostrar una modalidad delictiva que crece sin freno en Argentina. Se trata de las llamadas "viudas negras", mujeres que engañan a hombres para entrar a sus casas, drogarlos y robarles.

En lo que va de 2025, ya se registraron 3.400 casos en Capital y Provincia de Buenos Aires. Cinco terminaron en muertes. La mayoría de las víctimas no denuncia.

El pudor, el miedo o la confusión después del ataque hacen que muchos casos queden en nada. Pero los números crecen. Según la Consultora Internacional Javier Miglino y Asociados, hay un promedio de 20 ataques por día. La Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja identificó a más de 60 posibles viudas negras.

¿Cómo es el modus operandi de las Viudas Negras?

El método es directo. Las mujeres se presentan como acompañantes, se conectan por apps de citas o seducen en bares y discotecas. Buscan que los hombres las inviten a sus casas.

Una vez allí, colocan una mezcla de fármacos en los tragos. La víctima se duerme en minutos. Entonces llaman a sus cómplices, revisan la casa y se llevan dinero, joyas, títulos y objetos de valor.

La División Delitos Complejos de la Policía de la Ciudad detectó tres perfiles: las que usan redes sociales, las que operan en boliches y las que merodean zonas nocturnas como estaciones de servicio o kioscos. En todos los casos, el objetivo es el mismo: entrar a la vivienda y desvalijarla.

Reclutadas por varones

Las investigaciones muestran que muchas de estas mujeres no actúan solas. Son reclutadas por hombres de sus barrios, que las manipulan y les prometen dinero fácil. En los allanamientos, la policía casi nunca encuentra objetos robados en poder de ellas. Su rol se limita a seducir y abrir la puerta.

"Son chicas de barrios bajos que nunca tuvieron nada. Los varones les venden un mundo de ilusiones.

Salen a robar sin saber qué se van a encontrar. Siempre que hay violencia, es porque intervienen hombres", cuenta Ailén Ferreiro, de 28 años, desde el Complejo Penitenciario Federal IV de Ezeiza.

Ailén es enfermera y madre de dos hijos. Entró en el circuito de las viudas negras tras conocer mujeres que trabajaban como "presencias" en discotecas. Le dijeron que era bonita, que llamaría la atención y que no parecía de la calle. La convencieron. "Quería ahorrar, ayudar a mi familia. La ambición te lleva a lugares que no deberías descubrir", reflexiona.

¿Qué pasa en las cárceles?

En su pabellón hay 24 detenidas. Ella es la única condenada por este tipo de delito. Pero cada semana entran nuevas chicas. "Todo lo que les prometieron es mentira. No tienen ni para pagar el abogado ni mantener a sus hijos. Los dejan peor que cuando trabajaban", dice.

La mayoría vive en condiciones de pobreza. Roban varias noches a la semana, pero gastan el dinero en ropa y fiestas. No tienen autos ni propiedades. A lo sumo, invierten en casillas dentro de sus barrios.

De engaños lentos a robos exprés

Décadas atrás, las viudas negras operaban con paciencia. El objetivo era quedarse con herencias o propiedades tras meses de relación. Hoy, los robos son rápidos y sin planificación. Las bandas improvisan y atacan al voleo. La cifra negra es alta. Muchos hombres no denuncian.