Históricamente, cuando se habla de vino argentino, la mayoría de los paladares se dirige hacia el oeste, pensando en la cordillera mendocina como cuna inevitable de cepas y bodegas. Pero en el norte del país hay un actor silencioso, y cada vez más firme, que comienza a cambiar ese guion.
Se trata de Animaná, en la provincia de Salta, que a partir de sus viñedos enclavados en los cerros y su vínculo ancestral con la producción artesanal, se perfila como un “nuevo Mendoza” para quienes buscan vinos de altura.
En Animaná se incluye la tradición del “vino patero”, producción local con métodos que combinan lo artesanal y lo ancestral, y donde las uvas propias del valle se cultivan bajo climas y suelos distintos a los clásicos de la región cuyana. Quienes visitan este rincón pueden recorrer bodegas familiares, acompañar procesos de cosecha y elaboración y participar de una experiencia que mezcla identidad regional, naturaleza y vino.
Actividades y propuestas para completar la experiencia en Animaná
Los viñedos de Animaná se sitúan en el entorno agreste de los Valles Calchaquíes, un paisaje que imprime carácter a las uvas. La combinación de altitud, amplitud térmica, suelo seco y clima de montaña genera perfiles únicos, valorados por expertos y consumidores que buscan variedades distintas a las del circuito mendocino.
La propuesta no se limita al vino: el visitante puede integrar la degustación con paseos por cerros, cabalgatas, caminatas, recorridos en bicicleta y gastronomía regional que acompaña la experiencia.
La consolidación de este tipo de turismo en el norte surge en un contexto donde los viajeros demandan experiencias más auténticas y menos masivas. Animaná combina paisaje, historia, tradiciones locales y producción artesanal, una combinación que seduce a quienes ya conocen los circuitos tradicionales del vino.
Ese cambio en las preferencias turísticas también posiciona a Salta como un destino capaz de competir con regiones vitivinícolas históricas del país. Allí, la oferta se diferencia: vino de altura, clima de montaña, costumbres locales y un entorno natural imponente.
Por su parte, el destino propone que no todo el vino premium viene del oeste. Con su trayectoria artesanal, su geografía serrana y su enfoque en la producción local y el turismo experiencial, el pueblo salteño invita a redescubrir el mapa del vino argentino y a abrir la copa hacia nuevas identidades regionales.
Cómo llegar a Animaná
Para visitar Animaná, la opción más directa es viajar primero a la ciudad de Salta. Desde allí, el acceso a los Valles Calchaquíes se realiza por la Ruta Nacional 68, en un recorrido de aproximadamente tres horas hasta Cafayate. Una vez en el valle, el pueblo se encuentra a solo 8 kilómetros por la Ruta Nacional 40, en un tramo completamente asfaltado.
También es posible llegar en transporte interurbano, con servicios que conectan Salta con Cafayate y realizan paradas cercanas a Animaná. Para quienes viajan desde otras provincias, el Aeropuerto Internacional Martín Miguel de Güemes cuenta con vuelos diarios desde Buenos Aires y otras ciudades, lo que facilita enlazar el viaje con el circuito enoturístico del sur salteño.