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El jueves 20 de diciembre del 2001, en el día más convulsionado de la historia del país, entre las muchas imágenes de saqueos y enfrentamientos que inundaron los noticieros nacionales, hubo una que conmovió especialmente: la de un comerciante chino llorando desconsoladamente porque le habían robado toda su mercadería.
Esa es la historia de Wang Zhao He, conocido como Juan, como lo llamaban sus clientes y los vecinos de Ciudadela: en las imágenes se ve al hombre con un gesto de pura tristeza mientras que, a sus espaldas, cuatro personas se llevan todos los productos y hasta el arbolito de Navidad del local que quedó destruido.
LA CRISIS DEL 2001: LOS SAQUEOS Y LA HISTORIA DEL COMERCIANTE CHINO
En diálogo con el canal TN, dos vecinas de la zona, clientes habituales de Juan, recordaron los días previos al saqueo que se volvió ícono de una de las crisis más profundas que atravesó la Argentina y que se llevó el futuro de muchos comerciantes locales.
Unos días antes del suceso, Esther, su cliente más amada, se acercó al supermercado y le dijo a Juan: "Contratá seguridad o reforzá la puerta. Están saqueando comercios en todos lados", pero la barrera de idioma y la poca información con la que contaba Juan no le permitieron entender la gravedad del asunto.
Respondió, con una sonrisa, "robos hay en todas partes y todas las semanas". Claro está que no esperaba que días después, el 20 de diciembre, cuatro personas rompieran la reja del supermercado y se llevaran toda la mercadería.
"Recuerdo haber visto parar un auto enfrente. Bajaron cuatro personas y arrancaron la reja. Entraron y detrás se veía cómo otros vehículos venían por Avenida Gaona haciendo lo mismo": así recordó Esther el momento del saqueo.
Ella fue la primera persona en ver cómo la vida de Juan se caía a pedazos, fue la primera en ver aquella escena que quedó registrada en la Argentina como una de las tantas imágenes icónicas de la crisis del 2001.
Una vez que las cuatro personas dieron el primer golpe y tiraron abajo la reja, Juan quedó completamente paralizado. Sólo podía llorar mientras más y más personas se acercaban desde Avenida Gaona para sumarse a la multitud que estaba sacando provecho de la tristeza del comerciante.
"Dos tipos manejaban todo: ‘subí, bajá, tirá'. Lo más caro lo cargaban en una camioneta. La gente se llevaba lo que podía. Hacía cinco años que estaban. Eran muy buenos, los vecinos los querían mucho", dijo Esther.
HOY EN DÍA, LA VIEJA ESQUINA DE CIUDADELA
Por su parte, Susana, otra vecina de la zona, dijo que la famosa esquina de Ciudadela nunca logró recuperarse de ese día que quedó registrado como uno de los más tristes del barrio: "Este espacio tan hermoso, que podría servir para la comunidad, está deshabitado. Cerraron y nunca más".
"Se habla en el barrio de la maldición del supermercado chino. Nunca más nadie pudo abrir un negocio, y eso que era un lugar ideal para hacerlo", dijo otro vecino de la zona. "Está sucio, hay cosas tiradas, los vecinos estamos esperando que se pueda hacer algo para su recuperación", dijo Esther. La esquina se quedó en el tiempo, con las persianas bajas y las puertas cerradas.
Sobre aquel 20 de diciembre, Susana dijo: "Desde mi casa, desde el balcón, veía cómo cargaban los cajones de whisky, que no era una necesidad obviamente. La gente se llevaba todo: heladeras y mercaderías. Todo roto lo que les dejaron. Mucha maldad vi".
DÓNDE ESTÁ HOY JUAN, EL DUEÑO DEL SUPERMERCADO
Luego del saqueo, Juan y su familia se quedaron por dos días en la casa de Esther. Muchos vecinos de la zona los ayudaron a limpiar el desastre que dejó la tragedia y a rescatar las pocas cosas que habían quedado entre los escombros.
"Se fueron. No pudieron volver a abrir. Él se mudó a Chaco, en donde años más tarde se puso un restaurante. Ella - Vanina, su esposa - se quedó acá un tiempo. Después vendieron todo, se fueron a Capital Federal", sostuvo Esther.
Juan volvió a Buenos Aires y logró salir adelante con algunos emprendimientos en Mar del Plata y Bahía Blanca. Yolanda Durán, presidenta de CEDEAPSA (Cámara empresarial de desarrollo argentino y países del sudeste asiático), le confirmó a TN que su paradero es una incógnita y que fue este el sitio en el que supo por última vez de él.
"Ella se mudó a Canadá. Cada tanto hablamos, nos saludamos por Facebook o cruzamos algún mensaje. Sí me ha contado que mandó a la hija a China cuando tenía dos años, pero después la volvió a traer. Ellos se separaron y de él nadie supo más nada", dijo Esther.