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ESG, del inglés "Environmental, Social and Governance" o "Medio Ambiente, Sociedad y Gobierno", se ha convertido en una variable fundamental en los últimos tiempos para todo tipo de compañías, independientemente de su origen y tamaño. Es clave monitorear estas áreas en la performance general de cualquier negocio que desee ser sostenible.
Asimismo, cada una de ellas involucra otros temas que son necesarios tener en cuenta a la hora de querer cumplir con estas nuevas exigencias que impone el mundo de los negocios. Uno de esos temas estratégicos está relacionados a la transparencia y a la ética que deben tener las empresas tanto internamente como en su relación con clientes, proveedores e instituciones, entre otros actores externos.
En numerosas oportunidades nos consultan, como asesores, si en una pyme o en una empresa familiar en crecimiento es posible realizar estrategias o planes de negocio contemplando estas variables porque en el imaginario corporativo se vincula generalmente con empresas multinacionales o de gran envergadura. La realidad es que una empresa pyme puede ser parte de la cadena de valor de una gran empresa, de una firma multinacional o de alguna actividad gubernamental, por lo que necesita -y muchas veces se ve obligada- a cumplir ciertos indicadores o estándares, locales o globales.
Respecto del Medio Ambiente, aumentan las pymes que están queriendo contribuir con el uso eficiente de la energía, el manejo responsable de residuos o incluso certificando normas que avalan sistemas de gestión medioambiental. Algunas compañías más jóvenes desde sus inicios cuidan y reutilizan recursos logrando una real ventaja competitiva que los posiciona incluso mejor que grandes empresas tradicionales.
En la variable Social, desde la óptica interna aparece como un tema clave la definición de roles y responsabilidades de las diferentes posiciones. Profesionalizar determinadas funciones y segregarlas es sano para el crecimiento sustentable de la organización y para evitar potenciales conflictos de interés o irregularidades.
Otro aspecto necesario es incluir la diversidad en la agenda diaria y diversidad en un sentido amplio, no solamente género o edad y sobre todo contemplar la incorporación de personas ajenas al seno familiar o fundador teniendo una mirada de talento amplia. En este punto es muy importante la equidad y evitar favoritismos por antigüedad o proximidad para que el ambiente de trabajo sea sano e inclusivo, repercutiendo no solo de manera directa en sus colaboradores, si no en sus familiares, entorno, incluso en la comunidad.
En el caso particular de Gobierno Corporativo, entendiéndose como los principios rectores de una organización y su estructura, el verdadero valor de medir ciertos indicadores de cumplimiento obedece a dos variables fundamentales: la integridad y la confianza. Esto tampoco nada tiene que ver con el tamaño u origen de la organización sino con una visión de largo plazo a la hora de hacer negocios.
Uno de los pasos más importante en este tema es derramar una cultura de integridad. Para esto es clave el compromiso de la alta dirección, muchas pymes son conducidas por sus dueños o familiares, y que por el nivel de acercamiento o informalidad con el resto de los colaboradores (muchas veces familiares también) tienen una capacidad muy grande de definir los valores o criterios de comportamientos aceptables y deseados.
Transparencia
Desde 2018 se encuentra vigente en Argentina la Ley N° 27.401 que responsabiliza a las personas jurídicas por ciertos delitos asociados con la corrupción en los que puedan haber intervenido, o que se cometan en su nombre, interés o beneficio y promueve que las personas jurídicas implementen programas de integridad como "condición necesaria para poder contratar con el Estado nacional, en el marco de ciertos contratos" y que además, pueden servir para graduar la pena en caso de que se cometa alguno de los delitos alcanzados por la ley.
En este marco es fundamental que las empresas pymes cuya operación está orientada a ser parte de la cadena de valor de otras organizaciones, es decir un negocio del tipo B2B ("Business to Business"), cuenten con los principales elementos de un programa de integridad para poder tener libertad para operar, competir en el mercado y participar de procesos licitatorios.
Uno de los principales disparadores para iniciar este proceso es evaluar y mapear los riesgos a los que la empresa puede estar expuesta. En el caso de las pymes al tener un nivel de procesos y organigramas de menor envergadura, esta actividad puede acotarse de manera sencilla. Un aspecto no menor para tener en cuenta es la línea de sucesión de los dueños o fundadores, ya que muchas veces hay actividades asociadas a la persona y no a su posición, lo cual debe contemplarse a la hora de diseñar un órgano de gobierno que sea diverso y equitativo.
En el proceso de implementación de un programa de integridad uno de sus elementos clave es el Código de Ética. Este documento debe cubrir los principales lineamientos para operar en la compañía con una conducta ética y propiciar un ambiente anticorrupción, el cual debe ser soportado por gestión responsable de la información y buenas prácticas (ejemplo, línea anónima de denuncias, tratamiento confidencial de las mismas, procedimientos para relacionamiento con terceros, etc.).
Otro aspecto es la capacitación constante en estos temas para que se viva esa forma de hacer negocios en el día a día, de manera de que todos los colaboradores, independientemente de su rol, estén alertas para prevenir y detectar conductas irregulares. Realizar capacitaciones no tiene que traer aparejados costos excesivos, más aún hoy con las modalidades remotas, se pueden realizar periódicamente con un bajo costo y alto impacto para los valores de la compañía.
Como vimos, ESG, es una mirada fundamental para todo tipo de compañías. Las pymes y empresas familiares tienen una gran oportunidad de apalancar su crecimiento en estas importantes variables que son una demanda mundial en crecimiento.