Lo bueno de la semana

Que empieza a haber intentos de organizar una oposición parlamentaria que genere los indispensables contrapesos. Todavía es una actitud tímida, pero empieza a envalentonarse y a alejarse de la seducción fatal que implicaba, para muchos dirigentes opositores, fundirse con el oficialismo.

Lo malo de la semana

Anticipar el pago de la deuda con el FMI por motivos meramente políticos, asumiendo un gran riesgo con retorno muy incierto. Vanagloriarse de haber reducido fuertemente el endeudamiento, pero haberlo hecho exclusivamente a costa del no pago (canje) o la emisión de dinero (pago al FMI). En un momento en que la urgencia más importante es la lucha contra la inflación, el peso perderá un tercio de su respaldo real. Los pases, las Lebac y las Nobac son pasivos del BCRA tanto como la base monetaria. Pretender que sus activos respalden unos pasivos y otros no, es mera ilusión. Esto profundiza la tendencia a hacer política monetaria cosmética. Cuando ya sobraba la oferta de pesos, provocando inflación, ahora encima se pone en riesgo su demanda, debilitando el respaldo en divisas internacionales.

Lo urgente

Los anuncios de ayer significan haber perdido todo rastro de independencia del BCRA. Sus reservas no son de libre disponibilidad para el Tesoro, como sostuvo ayer el presidente Kirchner. Sin embargo, así será determinado ahora a través de un decreto de necesidad y urgencia que modificará su Carta Orgánica. El Congreso quedará frente a la opción totalitaria de ratificar o rechazar ese DNU, en vez de discutir si le dará graciosamente al Gobierno o no u$s 10.000 millones de reservas, para dejar en la calle $30.000 millones sin respaldo. La oposición tiene una gran oportunidad de no dejarse llevar nuevamente por aplausos obsecuentes y hacer un seguimiento serio de esta situación.

Lo que hay que seguir con atención

Cómo responderá la demanda de pesos y activos en pesos a esta merma en su respaldo, en las próximas semanas. La cotización del peso frente a las divisas internacionales deberá ser vigilada atentamente. Una cosa es que el dólar deje de bajar y que el BCRA no necesite intervenir más para sostenerlo. Otra cosa es que empiece a subir y no haya ni voluntad ni suficientes recursos para bajarlo.