El plan de armado político de Néstor Kirchner no se corresponde con el de un presidente saliente. Por el contrario, y sin ningún esbozo de disimulo, el santacruceño se encuentra en plena etapa de ampliación de su influencia. Ayer recibió a dos gobernadores electos, Juan Schiaretti, y Luis Beder Herrera para trazar una ambiciosa agenda de obras públicas para ambos distritos, pero, sobre todo, para atornillar dos relaciones que han pasado por varios corcoveos, antes del amansamiento actual.
Con un ojo puesto en la futura reorganización del Consejo Nacional del Partido Justicialista, Kirchner convocó ayer, por separado, al sucesor de José Manuel de la Sota en Córdoba y al reelecto riojano. En rigor, Beder Herrera es gobernador de esa provincia a partir de la expulsión del poder de ngel Maza. Hasta entonces, y por varios períodos, se desempeñó como vicegobernador.
Kirchner se encuentra abocado a la consolidación de su influencia en la zona central de país, una de las más flojas en cuanto a fidelidad. En Córdoba, fue quinto en las presidenciales de 2003 y, en las pasadas elecciones de octubre, hasta le dio la espalda a Cristina Fernández, segunda tras un Roberto Lavagna que sólo pudo disfrutar del primer lugar en esa provincia.
En La Rioja domó con relativa facilidad a Maza, quien pasó de hipermenemista a hiperkirchnerista con esmero. Pero el ex gobernador no pudo con una Legislatura local que, activada por Beder Herrera, logró desplazarlo del Ejecutivo.
Schiaretti se desmarcó de las duras críticas de De la Sota a Cristina y a Néstor. “No me corresponde efectuar comentarios, demostró el mediterráneo su cintura política. La delasotización de Córdoba será una de las tareas que seguramente se dará a sí mismo Kirchner, con el guiño de Cristina. Y se prevé que lo hará con igual empeño que el puesto en el plan de desmenemización de La Rioja.
El combo de obras públicas a habilitarse por etapas, a medida que vaya entrando el financiamiento del gobierno central, se ha demostrado como un método extraordinariamente disciplinador.
Por el momento, en la zona central, sólo está complicada la inserción en San Luis. Donde los Rodríguez Saá, antes Adolfo y luego Alberto, desarrollaron un plan de infraestructura autónomo. Menos necesitado, hasta ahora al menos, de la financiación gubernamental.