El 28 de abril pasado el Banco Central de China (BCCh) subió la tasa referencia para prestamos por primera vez en 18 meses. El objetivo perseguido por BCCh es prevenir un posible “recalentamiento de la economía china, que creció a una tasa espectacular del 10,2% solo en el primer trimestre de este año.
En particular, el BCCh busca desacelerar la inversión hacia sectores como construcción, cemento y aluminio, donde se observan claros signos de un exceso de oferta, con caídas en los precios de venta, reducción en los márgenes de ganancia empresaria y aumentos en los créditos incobrables. Esta medida es complementaria con la política reciente de limitar los créditos blandos dirigidos a esos sectores.
El efecto inmediato en los mercados internacionales de esta medida ha sido una caída (moderada) en el precio de algunas de las commodities industriales que China consume masivamente como el cobre, hierro, aluminio, zinc, entre otros.
Como punto de referencia histórico es importante notar que la ultima vez que el CBCh restringió la oferta monetaria en el 2004, los precios de las commodities (medidos por ejemplo, por el índice agregado CRB Reuters) cayeron por unos meses, para ser exactos de abril a agosto, para reanudar su tendencia alcista a precios aun mayores a los anteriores.
La razón de fondo es que, aunque se pueda desacelerar algo el crecimiento este año, la marcha ascendente la economía china va a continuar, empujado por los flujos record de IED, las altas tasas de ahorro interno, constantes mejoras microeconómicas y mercados vibrantes para sus productos de exportación en los Estados Unidos y el resto de Asia. De hecho, el Fondo Monetario Internacional acaba de estimar, tomando en cuenta una medida contractiva de este tipo, el crecimiento del PIB chino como de 8,5% para este año.
De forma central, los pilares fundamentales de este bull market (mercado alcista) de las commodities se mantienen: una oferta aun limitada en la mayoría de estos productos primarios – sumada a crecientes tensiones geopolíticas para el caso del petróleo–, por un lado, y una fuerte demanda ascendente por parte, no solo de China sino de otras economías en industrialización del Asia emergente, por el otro lado.
Cabe recordar que China es el primer consumidor mundial de acero y cobre, el segundo de petróleo, y demanda mas del 20% en productos como la soja, el zinc, y otros.
Otro efecto de la suba en las tasas chinas es una reducción en su oferta monetaria, que estaba aumentando a una tasa de casi el 19% mensual en lo que va del año, dinamizada por un aumento del 70% en los créditos al sector privado con casi un incremento del 30% en la inversión de capital fijo.
Esta medida contractiva no es contradictoria con el objetivo anunciado por el gobierno chino en octubre del año pasado de aumentar el consumo domestico, aun bajo en términos internacionales, reduciendo la dependencia de la economía en la inversión y en las exportaciones.
De hecho, la tasa de referencia para los depósitos no ha sido modificada, y se mantiene por ello a niveles reducidísimos: 2,25% (0,25% en términos reales). Se busca, de esta manera, desincentivar el elevadísimo ahorro chino, hoy uno de los mas altos del mundo, con una tasa cercana al 50% del PIB.
La asimetría entre las tasas de prestamos y las tasas de deposito introducida por la medida del BCCh aumenta los incentivos de la banca comercial a subir el crédito, al incrementar significativamente sus márgenes de ganancia. Es de esperar por ello medidas adicionales de restricción como, por ejemplo, un aumento en los encajes cambiarios.
La suba de las tasas ordenada por el BCCh es moderada, de solo 0,27 puntos porcentuales, por lo cual no es de esperar una modificación drástica en las condiciones macroeconómicas en China, y por ende en los mercados internacionales, en el mediano plazo. En términos reales, las tasa de interés son aun bajas, de alrededor del 3,85%.