Brasil cerró ayer el mayor acuerdo militar desde la Segunda Guerra Mundial. El país que preside Luiz Inácio Lula da Silva desembolsará, como mínimo, u$s 12.000 millones para comprar a Francia 50 helicópteros EC-725, 4 submarinos Scorpene y 36 cazabombarderos. Pero el ambicioso pacto militar, parte de la “asociación estratégica entre ambos países, incluye además la fabricación conjunta de un submarino con propulsión nuclear que estará listo para 2021 y que se desarrollará, según se acordó, en astilleros contruidos en el estado de Río de Janeiro.
El acuerdo deja a Brasil con la proa apuntada a convertirse en el primer país de América latina con un submarino de propulsión nuclear en su flota. Lo consolida en la región no sólo como una potencia económica sino también militar; un posicionamiento que se extiende también a nivel global.
Hasta este año, sólo Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido y Francia, las cinco potencias con asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, poseían y construían submarinos de propulsión nuclear.
A ellos se les acaba de sumar la India, que en julio pasado lanzó un submarino similar de fabricación propia, aunque desarrollado en base a un modelo ruso, que todavía se encuentra en período de pruebas.
Brasil, según los acuerdos firmados ayer con Francia, contará a partir del 2021 con su primer submarino nuclear, que será fabricado en forma conjunta a partir del 2015, en astilleros construidos para ese fin en el estado de Río de Janeiro.
El gigante sudamericano acaricia el sueño de un submarino de propulsión nuclear desde 1979, cuando el régimen militar que gobernaba entonces el país autorizó a la Marina a desarrollar un proyecto nacional, que fue perdiendo empuje por problemas presupuestarios.
La iniciativa fue retomada en el 2007, cuando Lula da Silva decidió avanzar en el proyecto, aunque ya no de manera puramente nacional, sino con un socio que aceptase transferir la tecnología no nuclear.
El submarino de propulsión nuclear franco-brasileño, que será el primero de América Latina, tendrá 6.000 toneladas de desplazamiento y podrá operar a profundidades superiores a los 100 metros, con una velocidad máxima de 35 nudos (65 kilómetros por hora).
Según confirmó el ministerio de Defensa brasileño, el submarino será usado en misiones de vigilancia a lo largo de los casi 7.500 kilómetros del litoral Atlántico brasileño, pero con el foco puesto en el sureste, donde se sitúa el llamado presal, un nuevo horizonte petrolero con reservas calculadas entre 50.000 y 80.000 barriles de crudo, aún no explotadas.
Por otra parte, tras reunirse a solas, Lula y su par francés, Nicolas Sarkozy, emitieron un comunicado conjunto en el que el que anunciaron “la decisión de la parte brasileña de entrar en negociaciones con GIE Rafale para la adquisición de 36 aviones de combate fabricados por la francesa Dassault Aviation. Francia competía en la licitación con EE.UU. y Suecia.