Quienes se oponen a la reforma del sistema jubilatorio que propone el gobierno francés han bloqueado aeropuertos, depósitos de combustible y hasta una esclusa sobre un canal del Rin como medidas de protesta. El presidente Nicolas Sarkozy prometió restablecer el orden en el país.
Un día después de que 3,5 millones de personas –1,1 millones según el ministerio del Interior– tomaran las calles para manifestarse en contra de aumento de la edad de jubilación de 60 a 62 años, los activistas sindicales reforzaron tácticas guerrilleras para ejercer presión sobre el gobierno.
Entre la gran cantidad de protestas improvisadas y generalmente breves que se produjeron en todo el país, los manifestantes bloquearon el acceso al aeropuerto Roissy Charles de Gaulle de París y aeroestaciones en Toulouse, Nantes y Clermont-Ferrand, lo que provocó la cancelación de algunos vuelos.
Los huelguistas ocuparon depósitos de ómnibus y tranvías y líneas de ferrocarriles mientras los conductores y camioneros retuvieron el tránsito en varios caminos y autopistas.
En un momento, los manifestantes b
loquearon una esclusa del canal del Rin para evitar que las barcazas con combustible lleguen a una terminal francesa.
Pese a la proliferación de protestas de chicas, la principal causa de las interrupciones sigue siendo la escasez de combustible para autos, dado que 4.000 de las 12.500 estaciones de servicio que operan en Francia ya no tienen nafta o diesel, o les queda poco. La policía antidisturbios desplazó, sin encontrar resistencia, a las personas que estaban obstaculizando varios depósitos de combustible. Sarkozy comunicó al gabinete que había ordenado a la policía liberar todos los depósitos de Francia.
Aunque el gobierno pueda restablecer el abastecimiento de combustible, llevará entre 48 y 72 horas normalizar el servicio, aseguró la federación que representa a las empresas de transporte terrestre.
El palacio del Elíseo calcula que el receso escolar de mitad de año, que comienza este fin de semana, restará impulso a las protestas. El Senado espera aprobar el jueves el proyecto de ley que reforma el sistema jubilatorio tras dos semanas de debates.
Sarkozy también estima que el riesgo de ganarse la antipatía de la gente que viaja diariamente podría convencer a los trabajadores de las refinerías a bajarle el tono o hasta levantar las huelgas.
Pero queda mucho menos claro si los líderes sindicales –que reciben presión de sus miembros para que se mantengan firmes o hasta que radicalicen la protesta– están preparados para hacer una tregua por las vacaciones. Los principales gremios se reunirán el jueves para decidir la continuidad o no de las huelgas
El presidente no tiene intenciones de ceder y está decidido a seguir adelante con la reforma jubilatoria, considerada por los mercados financieros y socios de la UE como un indicio clave del compromiso de Francia de mantener la disciplina fiscal a largo plazo. Si logra la aprobación del proyecto de ley, aumentará su reputación de valiente reformista.
Con esta postura de poco compromiso, Sarkozy también logró la extraña hazaña de unir su partido UMP con sus aliados de centro. Jean-François Copé, líder de los diputados del UMP y ocasional crítico del presidente, festejó la “cohesión del partido gobernante y el gobierno en el tema de la reforma al sistema de pensiones.
Uniendo la centroderecha, Sarkozy quedaría en una posición más fuerte de cara a la campaña para las elecciones presidenciales de 2012.
Sarkozy corre el “el riesgo de que la opinión pública lo vea como el motivo detrás de las tensiones sociales, comentó Stéphane Rozés, analista político.