¿Qué tan peligrosa es la Rusia de Vladimir Putin? Esa era la pregunta que se hacía Rex Tillerson apenas horas antes de ser despedido. El ex secretario de Estado norteamericano dijo a la prensa: "Hemos visto un giro que los volvió más agresivos. Y eso es muy muy preocupante para mí. No comprendemos totalmente cuál es el objetivo detrás de eso". La duda sobre las verdaderas intenciones de Rusia es aún más urgente porque Putin acaba de ganar las elecciones presidenciales, y se prepara para otros seis años en el Kremlin. Normalmente, un presidente que comienza su cuarto mandato es alguien a quien se lo conoce bien. Pero el líder ruso parece que con el paso del tiempo se vuelve más temerario y confrontativo.

El uso del letal gas nervioso por parte de Rusia en las calles del Reino Unido constituye un rumbo nuevo y peligroso. El gobierno estadounidense acaba de acusar a Rusia de averiguar posibles ataques a infraestructura esencial de Estados Unidos. En un reciente informe, Putin hizo alarde de una nueva generación de armas nucleares rusas "invencibles" que podrían devastar Estados Unidos, y usó videos para ilustrar sus amenazas. Además, cerró su campaña para la reelección con un acto en Crimea, el territorio que Rusia le quitó a Ucrania en 2014.

Pero si bien Putin es temerario, no es irracional. Los antecedentes indican que se lo puede disuadir. Hace apenas tres años, existía un temor generalizado en Occidente a que después de la anexión de Crimea hubiera otras tomas de territorios en Ucrania. La televisión estatal rusa parecía estar preparando el terreno para eso cuando sugirió que grandes partes de Ucrania históricamente pertenecían a Rusia. Algunos analistas temían que los tanques rusos ingresaran a Kiev, la capital de Ucrania.

Pero si bien la violencia respaldada por Rusia siguió en el este de Ucrania, no hubo más tomas de territorios. La explicación más probable es que el Kremlin cambió de opinión debido a la inesperada solidez de las sanciones que Estados Unidos y la UE impusieron a Rusia, y a la amenaza de que Occidente intensifique la asistencia militar a Ucrania.

Más recientemente, hubo informes de que gran cantidad de rusos murieron a raíz de ataques aéreos respaldados por EE.UU. en Siria. Pero en vez de reaccionar enérgicamente, el gobierno ruso se negó a discutir el supuesto incidente. Hay ciertas confrontaciones que Rusia no tiene apuro en iniciar.

Putin parece dispuesto a asumir grandes riesgos cuando cree que Occidente no está prestando atención. Pero cuando el líder ruso encuentra una clara resistencia, retrocede.

Por lo tanto, el verdadero peligro para Rusia y Occidente no es que Putin busque un conflicto directo con Occidente, sino que calcule mal y origine confrontaciones que luego no puede controlar. Los fanáticos de Putin en su país y en el exterior se creen la idea de que él es un estratega brillante que anexó Crimea, intervino en Siria e interfirió en las elecciones norteamericanas sin pagar el precio.

Pero una mirada más fría de sus antecedentes muestra que las intervenciones del líder ruso con frecuencia producen el efecto equivocado. El conflicto en Ucrania llevó a los separatistas respaldados por Rusia a derribar el avión civil MH17 en 2014, matando a 298 personas y provocando fuertes sanciones a Rusia. La intervención de Moscú en las elecciones norteamericanas quizás inclinó los votos hacia el presidente Donald Trump, lo cual sería un extraordinario golpe para Putin. Pero la posterior reacción derivó en la investigación de Mueller, lo cual a su vez podría llevar a mayores sanciones para Rusia.

Cuanto Mitt Romney describió a Rusia como la mayor amenaza para EE.UU en 2012, recibió burlas. Pero ahora toda una nueva generación de formadores de opinión en Norteamérica siente una profunda sospecha y resentimiento hacia Rusia.

Mientras, las víctimas rusas de la guerra en Siria parecen aumentar, y todavía no se cumplió la promesa de Putin de terminar pronto con el conflicto. Incluso las violaciones relativamente triviales a normas internacionales por parte del Kremlin tuvieron resultados contraproducentes. Se descubrió un programa de doping para deportistas rusos patrocinado por el Estado y por ese motivo se prohibió la participación oficial del país en los Juegos Olímpicos de Invierno. Ahora el intento de asesinato del ex doble agente Sergei Skirpal y su hija en el Reino Unido provocó una inesperada muestra de unidad de Occidente, justo cuando se estaban ampliando las grietas entre Gran Bretaña, la Unión Europea y Estados Unidos.

El resultado acumulado de todos esos traspiés es que Rusia es mucho más pobre y está más aislada de lo que debería. Su economía sufre sanciones y los años de crecimiento rápido anteriores a 2008 son un recuerdo. El hecho de que será sede del Mundial de Fútbol probablemente no mejore la imagen de Rusia, algo que sí sucedió en los Juegos Olímpicos Sochi de 2014.

Pese a todo esto, Putin aún tiene sus fanáticos en Occidente, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda. Esos partidos marginales están cobrando fuerza en Europa y podrían buscar promover más políticas al estilo de Putin. Pero la debilidad de la economía rusa implica que incluso los políticos que simpatizan con su estilo de nacionalismo probablemente no rompan con la UE o con la alianza occidental. Un gobierno ruso que se especializa en asesinatos y amenazas nucleares no tiene mucho para ofrecer a sus admiradores extranjeros.