Inmediatamente después de que Standard & Poors anunció la rebaja a la nota de la deuda soberna de Estados Unidos, la agencia de noticias oficial de China Xinhua publicó un mordaz editorial, criticando a la nación occidental por su adicción a la deuda.
Implícitamente el artículo afirmaba que China, a diferencia de EE.UU., comprende el principo de sentido común que indica que hay que vivir con lo que uno tiene.
En realidad, la deuda bruta declarada por el gobierno central chino fue de sólo 17% del PBI a fines de 2010, cifra mínima comparada con la de Estados Unidos (87%), Reino Unido (80%) y Japón (210%).
S&P and Moodys subieron la nota soberana de China a fines de 2010. En esa oportunidad, S&P mencionó el modesto endeudamiento, la sólida posición de activos externos y el optimista panorama económico del gigante oriental.
Pero el gobienro chino no es un tomador de crédito tan frugal, prudente como se muestra.
Cuando evalúan la situación real de la deuda de una nación, las agencias de riesgo frecuentemente tienen en cuenta las obligaciones de los gobiernos centrales y locales, y los fondos de seguridad social.
Después de la crisis financiera de 2008, los gobiernos locales de China salieron a construir mucha infraestructura y se endeudaron enormentemente. Varias partes del gobierno chino tienen diferentes estimaciones de dicha deuda, pero una cifra confiable la ubicó en cerca de 37% del PBI a fines del año pasado.
Incluyendo una serie de otras obligaciones que asumió Beijing, como le enorme deuda del ministerio de ferrocarriles, el cálculo asciende a 90% del PBI.
Fitch Ratings hizo un cálculo conservador de 48% hasta fines de 2010, en base a la poco transparente e incompleta información que hay disponible.
El principal punto es que el
peso de la deuda de China es muy superior al que le gusta admitir, señalan analistas.
Si bien los niveles de deuda soberana que sale en los diarios es baja en China, la actividad cuasi-soberana que se produce en el sistema bancario es tan intensa que, si uno incluyera las obligaciones contingentes, el número es muy elevado, aseguró Charlene Chu, jefe de calificacines de bancos en Fitch.
