La escena parecía más adecuada para una farsa de espías de Austin Powers que para una intriga de la guerra fría de John le Carré. "Le dije a Moscú que eres un buen chico", le dijo a su contacto eslovaco, Bohus Garbar, el teniente coronel Sergei Solomasov, un espía que trabaja para la agencia de inteligencia militar rusa GRU. "Moscú ha decidido que seas un cazador". Pero Solomasov -en los papeles un agregado militar adjunto de Rusia en Bratislava- se equivocó. Garbar no tuvo la oportunidad de cazar. En su lugar, fue el cazado: los agentes eslovacos habían filmado la reunión con su controlador. El 14 de marzo, Solomasov fue uno de los tres rusos expulsados de Eslovaquia "por actuar en contra de la convención de Viena sobre relaciones diplomáticas". Aunque Garbar -un bloguero con buenos contactos y con vocación de periodista- era un objetivo de poca monta, los otros reclutas del ruso no lo eran: la red de Solomasov incluía a un coronel eslovaco y a un alto funcionario de contrainteligencia. Seguir el rastro de las actividades de espionaje del Kremlin en Occidente se ha convertido en una tarea aún más urgente desde que la invasión rusa de Ucrania puso patas para arriba el orden de seguridad de Europa. Sin embargo, muchos países siguen tratando de ponerse al día con la actividad encubierta de Moscú en su territorio. "Lo que sabemos es, con toda seguridad, la punta del iceberg", dijo Keir Giles, consultor principal del programa de Rusia en Chatham House. "Durante muchos años ha habido una conspiración de silencio, con las potencias occidentales reticentes a hablar de las actividades rusas o incluso a perseguirlas". Ocho funcionarios de inteligencia en actividad y diplomáticos europeos entrevistados por el Financial Times, dijeron que las operaciones encubiertas de Rusia en Europa se han expandido a un ritmo tal que los esfuerzos de contraespionaje han tenido problemas para igualarlas. Varios países siguen dependiendo de los servicios de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido debido a las restricciones de vigilancia interna y falta de recursos. La ronda de expulsiones de este mes pone de manifiesto la magnitud del problema. Además de la defenestración eslovaca, tres Estados bálticos y Bulgaria anunciaron la expulsión de 20 supuestos agentes rusos en total. Y Polonia declaró personas no gratas a 45 diplomáticos rusos, alegando que todos ellos utilizaban la cobertura diplomática para realizar tareas de inteligencia. Algunos países, como el Reino Unido, confían en haber reducido significativamente la capacidad rusa, con el número de agentes en Gran Bretaña rondando un solo dígito, según un alto funcionario de Whitehall. Pero otros países están más expuestos. Docenas de agentes rusos siguen activos en Alemania, Francia y Bélgica, según la evaluación de un funcionario de inteligencia europeo. Austria es un "verdadero portaaviones" de la actividad rusa encubierta, dijo otro. Se considera que su agencia de inteligencia BVT está tan comprometida que durante un tiempo quedó excluida de gran parte de la actividad de intercambio de inteligencia europea, según un diplomático europeo con sede en Viena. El Ministerio de Defensa del país es "prácticamente un departamento del GRU", añadió el diplomático. Un funcionario de la cancillería austriaca dijo que no podía comentar las acusaciones anónimas, pero señaló que el actual gobierno ha impulsado una amplia reforma de sus organismos de seguridad. "Estamos empezando a ver que los gobiernos de Europa comienzan a enfrentarse públicamente a lo que está sucediendo", dijo Giles. "Las democracias no pueden defenderse de amenazas que la mayoría de su población desconoce". Los casos recientes que han salido a la luz pública revelan el alcance y la escala de los intereses y éxitos de Rusia: Rusia emplea a unas 400.000 personas en sus tres principales agencias de inteligencia. La "dirección principal" del Ministerio de Defensa, la GU -aún conocida por sus iniciales de la época soviética como GRU- tiene amplios intereses en asuntos de la OTAN y tecnología militar, así como en la subversión y el sabotaje. El FSB se centra en la inteligencia doméstica, pero su "quinto servicio" recopila la inteligencia exterior de Rusia en el extranjero, incluida Ucrania. El SVR, heredero de la primera dirección de la KGB, se encarga exclusivamente de la recopilación de información extranjera. Funcionarios occidentales dijeron que suele haber tres tipos de agentes rusos trabajando en Europa: los agentes declarados, que suelen desempeñar funciones como la de agregado de defensa, y trabajan para el GRU; los no declarados, que pueden ser disfrazados por el SVR como parte de una delegación comercial; y los ilegales, que son agentes latentes que trabajan profundamente encubiertos. "Hay muy pocos de estos. Por cada 100 que entran en la dirección 'S' del SVR [para la formación de "ilegales"], sólo dos pueden graduarse", dijo un funcionario. Seguir el rastro de la actividad encubierta de Rusia es un enorme desafío incluso cuando se conocen los objetivos. "Se necesita una operación de inteligencia nacional y extranjera muy coordinada para intentar desbaratar muchas de estas actividades", dijo Gustav Gressel, analista de Rusia en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. "Muchas de las burocracias de seguridad en Europa no están a la altura". Pero las expulsiones, o la destrucción de las redes rusas, son sólo una de las herramientas que se pueden esgrimir. Los premios mayores, dijo otro funcionario, son convencer a los agentes para que cambien de bando o desinformarlos deliberadamente. "El ataque es a menudo la mejor defensa, especialmente cuando las cosas se ponen feas, como ahora", dijo un funcionario de seguridad europeo. "Puede ser un buen momento para reclutar".