Cuando Boardex comenzó el mapeo de las relaciones profesionales entre importantes empresarios, la compañía londinense apuntaba a venderles su producto a los guardianes del gobierno corporativo.
James Daly, su CEO, pensaba que su base de datos se utilizaría para realizar un seguimiento de las conexiones entre ejecutivos y miembros de directorios con el fin de protegerse contra el amiguismo a raíz del colapso de Enron 2001.
El producto con el tiempo empezó a tomar impulso pero no de la manera en que Boardex pretendía. Los organismos de control de gobierno corporativo estaban interesados, pero no tenían el presupuesto para gastar en eso.
En su lugar, la base de datos fue adoptada por banqueros y abogados como una forma de identificar qué empleados estaban en mejores condiciones para conseguir nuevos negocios.
Daly dice que los clientes están pagando hasta u$s 1 millón al año para utilizar los datos. Hace dos años comenzó a convertirse en una tendencia. Las empresas empezaron a estudiar las relaciones de sus empleados y se dieron cuenta de que es una forma de capital. Tecnología como la de Boardex ya está haciendo más fácil fijarle un valor al dicho no es lo que sabes, sino a quién conoces, tanto para los ejecutivos como para los trabajadores comunes y corrientes.
En los últimos años, por ejemplo, han surgido empresas como Klout, Kred y PeerIndex, que prometen medir el nivel de influencia que un individuo tiene online.
Factores tales como el número de seguidores que alguien tiene en Twitter y qué tan influyentes son, pueden condensarse en un solo número por medio de Klout. Accenture, la consultora, es una de las que lo utilizan como parte de su proceso de contratación de personal en EE.UU. Los perfiles del servicio de redes LinkedIn son otra guía de la conectividad de un individuo, porque muestra públicamente la cantidad de contactos que tiene (a pesar de que deja de contar al llegar a 500).
Pero ¿hasta qué punto deben los empleadores rastrear esos indicadores cuando contratan, promueven y gestionan personal?
Michael Wright, jefe de adquisición de talento para la región Asia-Pacífico para el Grupo M, una empresa de publicidad, dice que, aunque él nunca contrataría a alguien únicamente sobre la base de su puntuación en Klout o su perfil LinkedIn, puede ser un filtro útil para eliminar candidatos.
Si alguien tiene sólo cuatro conexiones en LinkedIn y no se ha molestado en subir una foto, es una señal de advertencia. Quedaría afuera de nuestra lista básica de candidatos para un cargo, aseguró.
Si alguien desea mudarse de Europa a Asia y un análisis rápido de sus contactos muestra que no tienen conexiones en Asia, eso contaría en su contra, ya que este negocio se basa en relaciones comerciales, explicó.
Paul Guely, socio gerente de Arma Partners, una firma de asesoría de finanzas corporativas, contó que las herramientas técnicas sólo pueden ser una pequeña parte del proceso. Yo todavía no he encontrado un sustituto para la llamada telefónica extraoficial a alguien que los conoce.
Russell Reynolds, una firma de búsqueda de ejecutivos, es una de las más de 250 empresas que utilizan el software de Boardex. La base de datos Boardex mapea las relaciones entre las más de 600.000 empresarios. Si un banco quiere vender un servicio a una compañía, por ejemplo a Intel, el software puede indicar cuáles de sus empleados están más cerca de los altos directivos de esa compañía.
Las relaciones son calificadas por su solidez, por lo que el haber conocido a alguien una vez en una fiesta no tiene el mismo valor que el haber trabajado con esa persona en una junta directiva durante 10 años, explicó Daly.
La información más valiosa no son tanto las conexiones directas, las cuales pueden averiguarse por otros medios, sino las de segundo grado, que son más difíciles de descubrir.
El sistema también puede mostrarle a una compañía áreas donde carece de conexiones, así como el impacto que tendría la salida de un empleado en particular.
Daly afirma que sus algoritmos podrían poner un valor económico global a las relaciones de una empresa, el cual merecería ser incluido en su balance, junto con otros activos intangibles.
