
Las compañías estadounidenses están recurriendo a sus abogados para limitar el costo de los aranceles que fijó el presidente Donald Trump sobre las mercaderías procedentes de China. Buscan lagunas legales que les permita evitar o reducir los gravámenes sin tener que trasladar la producción a otros países.
Los estudios jurídicos y las consultoras contaron que fueron contactados por muchos importadores interesados en aprovechar disposiciones como la norma "321 de minimis", que permite no pagar aranceles sobre envíos a EE.UU. de mercaderías por valor inferior a u$s 800.
Los asesores de empresas advierten que los intentos de reducir costos no están exentos de riesgos. El dinero lo pueden recuperar —y pueden responsabilizar a los altos ejecutivos— si luego las autoridades norteamericanas prohiben un método en particular de evasión de aranceles, explican.
Las compañías estadounidenses advirtieron sobre las consecuencias económicas de la guerra comercial antes de la reunión programada entre Trump y Xi Jinping, el presidente chino durante la cumbre del G20 en Osaka.
Además de los cargos por miles de millones de dólares que se le imponen a las importaciones chinas, la administración Trump amenaza con fijar gravámenes sobre mercaderías por valor de u$s 300.000 millones, lo cual eleva la presión sobre las compañías con relaciones de larga data con proveedores chinos.
Jason Bonfig, director de marketing de la cadena de tiendas de productos electrónicos Best Buy, dijo en una reciente audiencia en Washington: "Para muchos de los productos líderes, no existen sustitutos prácticos que se produzcan fuera de China a corto plazo".
Como resultado, a las compañías se las alienta a "considerar todas las maneras posibles de reducir su exposición a los aranceles" dentro de la normativa, dijo Edward Steiner, director de comercio internacional y relaciones gubernamentales de Sandler, Travis & Rosenberg. "Se está alentando al sector privado a que sea creativo".
Steve Orava, abogado de comercio internacional de King & Spalding, comentó: "Las compañías han encontrado formas creativas y sofisticadas de maniobrar en torno a algunos de los aranceles y restricciones sobre los productos chinos".
Las normas sobre la "valuación de la primera venta" ofrecen otra forma de limitar los derechos de importación. Los aranceles se aplican al valor de la mercadería que se importa, pero las compañías pueden convencer a las autoridades aduaneras de que calculen el gravamen sobre una valuación más baja cuando los productos se compraron a un precio inferior en la cadena de suministro.
Los exportadores estadounidenses también pueden usar la "devolución de derechos" para obtener exenciones arancelarias para las mercaderías que posteriormente salen del país. John Garrison, director ejecutivo de Terex, compañía industrial cotizante, señaló en una reciente conferencia de inversores que el mecanismo le había permitido a la compañía con sede en Connecticut gestionar el impacto directo de los aranceles "con bastante éxito".
La llamada "ingeniería de origen" es otra de las técnicas utilizadas. Por lo general, se considera que las mercaderías provienen de un país si se han "transformado sustancialmente" allí. Las compañías pueden ajustar partes de su producción para alegar que los productos provienen de sitios ajenos a China.
Los abogados de las empresas aclararon que ninguna de las estrategias aduaneras son la panacea. "Algunas funcionan bien, otras son un poco onerosas", afirmó Orava.











