Fue con una mezcla de nostalgia y orgullo que Japón celebró el 50º aniversario del tren bala de Shinkansen.

El primera línea ferroviaria comercial de alta velocidad se inauguró el 1 de octubre de 1964, y unió Tokio con la ciudad occidental de Osaka. Eso fue 13 años antes de que Italia hiciera lo suyo con un tren de alta velocidad entre Roma y Florencia.

El tren bala azul y blanco rápidamente pasó a ser símbolo del rápido resurgimiento japonés de las cenizas que había dejado la Segunda Guerra Mundial. Revolucionó la vida y el estilo de trabajo de los japoneses porque redujo de siete a cuatro horas el trayecto entre Osaka y Tokio. En sus cincuenta años de servicio, 5.600 millones de pasajeros viajaron en el Tokaido Shinkansen, que es impecablemente puntual y no ha causado accidentes fatales.

"Desde los días de la reconstrucción posguerra hasta ahora, el Tokaido Shinkansen contribuyó en gran medida a la economía, cultura y sociedad de Japón", aseguró Koei Tsuge, presidente de Central Japan Railway, la operadora conocida como JR Central. "Es un símbolo de la tecnología de Japón", agregó.

Medio siglo después, el Tokaido Shinkansen con su velocidad máxima de 210 kilómetros por hora ya no es el más rápido del mundo; fue superado por el TGV de Francia y el ICE de Alemania.

La tecnología japonesa fue exportada a Taiwán, China y, muy modificada, al Reino Unido, donde formó la base de nuevos trenes de alta velocidad. Mientras tanto, la tecnología francesa fue exportada a España y Korea; asimismo, los sistemas alemanes se vendieron a España y Rusia.

Mientras Tokio se prepara para ser sede de los Juegos Olímpicos 2020, JR Central espera una vez más lanzar el tren más rápido del mundo, esta vez usando una tecnología llamada levitación magnética.