Una gigantesca nave espacial acaba de aterrizar en Cupertino. Este verano boreal, 12.000 empleados de Apple comenzarán a trasladarse a este enorme edificio en forma de disco, que tardó ocho años en construirse y que, según algunos, costó u$s 5000 millones, lo que lo convierte en el edificio de oficinas más costoso del mundo.

Apple Park es el último proyecto póstumo de Steve Jobs; un proyecto de vanidad parecido al Palacio del Pueblo de Nicolae Ceausescu en Bucarest. Jobs se encargó de todos los detalles como buen fanático del control insistiendo en que tuviera impecables herrajes para puertas y piedra proveniente de una cantera en Kansas que fue tratada para que se asemejara a las paredes antiguas de su hotel preferido en Yosemite. El nivel de obsesión y grandiosidad hace que el mármol que Jacques Attali alguna vez encargó cuando era director del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (EBRD, por sus siglas en inglés) parezca poca cosa.

Si yo fuera accionista de Apple, no estaría muy contenta. La exageración del decorado de la sede central de una compañía siempre ha sido una señal de que se viene la calamidad. La Rumania de Ceausescu y el EBRD de Attali son buenos ejemplos de este fenómeno.

Si yo viviera en Cupertino, tampoco estaría contenta. Hay al menos 9.000 cocheras en Apple Park, lo cual indica que habrán demasiados autos circulando. Yo creo que las oficinas deberían estar ubicados en los centros de las ciudades. Así los empleados no tendrían que viajar tanto y podrían a la hora del almuerzo hacer compras en los comercios cercanos.

Sin embargo, a mí que me gusta observar las oficinas estoy encantada. En las últimas dos décadas, han surgido tres tendencias negativas con respecto a los diseños y Apple Park las corrige.

Primero, hemos perdido totalmente la confianza en las oficinas porque los empleados nómadas se refugian en cafés y en sus propias habitaciones. El edificio de Jobs es un himno a la importancia de las oficinas. Los críticos se están quejando de que el edificio se podría convertir en un "elefante blanco" si Apple se va a la quiebra, pero ése no es el punto. Apple Park es una declaración: "Estamos aquí para quedarnos y por eso hemos construido un sitio bello para que nuestro personal tenga un lugar agradable en el que puede trabajar todos los días".

La segunda tendencia negativa es la creciente confusión entre nuestros hogares y nuestras oficinas. A los diseñadores de oficinas de moda les encanta crear espacios de trabajo que parecen horribles departamentos de hipsters imaginarios; la oficina de Airbnb en San Francisco está llena de espacios que parecen extrañas salas de estar, cocinas y hasta una "cueva de nerds". Por lo que he observado de los videos en YouTube y después de leer la primera crítica en Wired, la sede de Apple fue creada en base a la idea de que la oficina y la casa son cosas diferentes. Y no hay guardería en el lugar, que en mi opinión es un avance. Yo nunca quise que mi empleador cuide a mis hijos. Yo siempre me incliné por contratar a mis propias niñeras y luego salir del trabajo a tiempo para relevarlas.

Y con respecto al punto más radical de todos, Apple Park está hecho para adultos. Durante las últimas dos décadas, los espacios de trabajo en las oficinas se construían como si fueran para chicos de escuela primaria. Google ha sido el líder mundial en infantilizar su fuerza laboral con toboganes y jardines de croquet hechos de AstroTurf. En su oficina de Tel Aviv, el personal hace las reuniones en ridículas estructuras que parecen canastas voladoras con hélices en la parte superior. Esta tendencia dañina fea, tonta y discriminatoria en razón de la edad se inició en Silicon Valley y se ha extendido. Hasta la nueva oficina del anticuado CBI en Londres está decorada con colores primarios y murales divertidos.

Apple Park ha descartado la diversión y, en cambio, está intentando crear espacios lindos. La belleza es un atributo adulto y serio; el trabajo también debe de serlo.

El edificio además tiene dos atributos positivos adicionales: la democracia y la vegetación. Durante décadas las oficinas han pretendido ser igualitarias, pero mientras estén alojadas en rascacielos, el CEO siempre se encontrará en la cima. La nave espacial sólo tiene cuatro pisos y todos los que se encuentren en el anillo tendrán la misma vista increíblemente positiva para cualquier trabajador: árboles. Hay planes para que se planten cerca de 9.000, casi un árbol por persona.

La única pequeña tontería es el intento de Apple de justificar el gasto. Afirmó que las personas que se encuentran en un ambiente inmaculado tienden a hacer su trabajo en forma inmaculada. Esto es una tontería porque muchas de las invenciones más brillantes parecen haber sido construidas en garajes.

En todo caso, Apple no necesita justificarse. Tiene dinero para quemar y ha elegido quemarlo en algo espléndido para sus trabajadores. Como accionista tal vez no estaría de acuerdo. Pero si fuera uno de los 12.000 empleados, estaría contando los días que me faltan para mudarme a mi nueva oficina.