
Los mercados de granos se están comportando como un animal de dos cabezas que corre hacia direcciones opuestas. Los inversores están obsesionados con las perspectivas de abundantes cosechas de maíz y soja para este año en Estados Unidos. Pero los mercados de granos físicos indican que la oferta es tan ajustada como lo viene siendo hace muchas décadas.
La gran diferencia entre el mercado para los viejos inventarios de granos y la plaza de la cosecha nueva se refleja en la fuerte dispersión de precios. Los futuros de maíz para entrega en julio están cotizando a más de u$s 1,90 el bushel, o 38% más comparado con la entrega a diciembre, la mayor prima desde al menos los años sesenta. La prima comparativa para la soja es la más alta desde 1973.
El viejo y el nuevo son realmente dos mercados diferentes, contó Mike Mock, administrador de riesgo de The Andersons, una comercializadora de granos que cotiza en Nueva York.
La gran divergencia refleja la necesidad de los mercados de equilibrar las esperanzas de cosechas récord para algunos cultivos en sólo unos pocos meses con la necesidad de satisfacer la actual demanda de los molinos, procesadores de alimentos y refinerías de etanol que usan los magros stocks que quedaron después de la devastadora sequía estadounidense el año pasado.
El hecho de que los precios para entrega inmediata sean superiores a los de entrega futura, conocido por las comercializadoras de granos como mercado inverso, podría también elevar los retornos de los inversores pasivos que siguen los índices como el S&P GSCI, porque ellos venden los contratos a corto plazo que están venciendo y compran los más baratos atados a la cosecha nueva, suponiendo que los precios no caerán.
La escasez para el corto plazo y la abundancia para largo plazo cuentan con el respaldo de las proyecciones oficiales. Los stocks estadounidenses de soja disminuirán a 125 millones de bushels (4,1% de la demanda interna anual) para principios de septiembre, estima el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Un año más tarde, esos stocks volverían a recuperarse a 265 millones de bushels tras una cosecha récord. El maíz tiene una dualidad similar: las reservas más que se duplicarían de 769 millones a 1.900 millones de bushels entre este septiembre y el próximo después de una cosecha récord estimada en 14.000 millones de bushels.
En los mercados físicos, la prima para la entrega inmediata es aún más alta. Esta semana, una planta operada por Bunge, el mayor procesador de oleaginosas del mundo, en Council Bluff, estado de Iowa, ofrecía a los productores agropecuarios comprarles soja a u$s 1 el bushel por encima de los mercados de futuros de Chicago. La rival Cargill prometió pagar u$s 1,60 el bushel por encima de los futuros de maíz a entregar el mes próximo en Blair, Nebraska.
Para los ejecutivos de The Andersons, la situación se volvió por primera vez evidente hace dos meses, cuando las plantas procesadoras comenzaron a buscar lotes más chicos en vez de vagones enteros de soja. Bunge dejó de prensar soja en su planta Emporia, en Kansas, hasta la cosecha de otoño.
Mientras tanto, los agricultores o están acumulando granos o no tienen para vender. Cathy Wedmore, comercializadora de granos de la cooperativa Floyd Valley Grain, en Iowa, contó que la mayoría de los agricultores dejaron de vender maíz des pués de la caída de los precios y están esperando que se recuperen los valores en efectivo.











