Las principales compañías tecnológicas del mundo exhibieron sus auriculares de realidad virtual en el Consumer Electronics Show que tuvo lugar en Las Vegas.
Oculus Go de Facebook saldrá a la venta en los próximos meses a u$s 199. El Mirage Solo de Lenovo, que se basa en la plataforma Daydream de Google, podría salir cerca de u$s 400. Según los informes de mis colegas, habrá que convencer a los consumidores para que paguen estos precios.
El escepticismo de los consumidores sobre la realidad virtual tiene una larga historia. Me uní al equipo especializado en tecnología del Financial Times hace 28 años. Recuerdo que en ese momento la realidad virtual se promocionaba como el próximo gran avance; y recuerdo que los consumidores tenían una actitud igualmente ambigua.
De hecho, una búsqueda en la base de datos muestra un artículo del FT de un colega escrito en julio de 1991 que hablaba de la realidad virtual y decía: "Desde los primeros días del chip de silicio no se había dedicado tanto espacio a una tecnología informática".
Como informamos entonces, la realidad virtual era una extensión de la tecnología utilizada para entrenar a los pilotos en simuladores de aeronaves, pero fue todo un salto imaginar que los consumidores la adoptarían en grandes cantidades. Concluimos que "La realidad virtual era una hipérbole de los medios".
En 1992, el FT citó al futurólogo Faith Popcorn diciendo que la realidad virtual "la nueva tecnología informática que le brinda a su usuario una sensación tridimensional" reemplazaría las compras tradicionales en los supermercados. Dos años más tarde, especulamos sobre un momento en el que los compradores "deambularían por pasillos virtuales, examinando bienes virtuales e interrogando a los vendedores virtuales para obtener más información si era necesario".
Para el gimnasio, un fabricante estadounidense había diseñado una bicicleta de ejercicios con gráficos tridimensionales que "le dan al deportista la impresión de conducir a lo largo de carriles de bici, subiendo colinas y entrando a edificios". Informamos que el efecto era algo limitado debido a que los gráficos cubrían sólo 60% de la visión del usuario. Una realidad virtual más realista requeriría que los ciclistas de bicicleta fija usaran pantallas montadas en la cabeza, pero advertimos que "si se usan durante 20 minutos, la gente podría sentirse mareada".
En 2002, informamos que "el interés en la realidad virtual estaba en ascenso". Los precios habían caído y la tecnología había mejorado. "La gente está volviendo y echando otro vistazo a la realidad virtual", dijo un entusiasta al FT. "Esta vez la tecnología está lista; la última vez no era así".
Sin embargo, aquí estamos en 2018, y nos prometen que la era de la realidad virtual finalmente ha llegado.
Lo que me parece extraordinario es cómo se ha desarrollado los productos electrónicos de consumo masivo a través de las tres décadas en las que la realidad virtual realmente no ha avanzado. Ahora tenemos teléfonos móviles de bolsillo, música en vivo, abuelos mirando a niños del otro lado del mundo, navegadores satelitales que nos dirigen precisamente hacia nuestros destinos, y todas las compras en el Internet. Todo sin realidad virtual.
Sí, podemos rotar un par de zapatos online, o colocar un par de anteojos virtuales en una captura de pantalla de nuestras caras. Pero en general estamos felices de hacer clic en las imágenes bidimensionales de lo que estamos comprando, con la seguridad de que podemos devolverlo si la realidad nos decepciona.
Para pronosticar si la realidad virtual finalmente podrá tener éxito necesitamos responder a dos preguntas. En primer lugar, ¿está dispuesta la gente a soportar la incomodidad de un auricular cuando todos sus otros dispositivos se han vuelto más livianos, delgados y portátiles? En segundo lugar, ¿qué necesidad está tratando de satisfacer la realidad virtual?
La respuesta debería ser trasladarnos a un ambiente que parece real. Si estamos buscando una casa que comprar, al caminar por la propiedad, al estilo realidad virtual, podríamos reducir el número de lugares que tenemos que visitar. Pero cuando estás contemplando una inversión de esa magnitud, necesitas caminar por el lugar en la vida real. Ya hay fotos online que se pueden rotar y videos que se pueden ver, pero a fin de cuentas hay que estar ahí.
El año pasado probé un programa de realidad virtual que me colocó en el podio de un auditorio repleto mientras daba un discurso. Aprendí poco de la experiencia, porque me he parado en esos podios muchas veces y nunca he sentido nada como lo que me presentó la realidad virtual. La presión de los auriculares de realidad virtual no se asemejaba al calor de los proyectores reales. El ruido de la audiencia era demasiado cercano, y no lograba imitar esa larga espera para escuchar una risa. Sin duda, los programas de realidad virtual van a mejorar. Pero sospecho que sólo la realidad puede prepararte para la realidad.
