
Parado en una sucursal de Serasa Experian, en Sao Paulo, Daniel Sánchez recibió con amarga resignación la noticia de que las tasas de interés brasileñas seguirían subiendo.
"Tenía la esperanza de cancelar esta deuda este año, pero ahora, con este aumento de las tasas de interés, sólo Dios sabe. Cada año surge algo nuevo", afirma Sánchez, un consultor en sistemas que tomó un préstamo de R$ 5.000 a tres años.
Las tasas nacionales de 10,5%, que ya se encuentran entre las más altas del mundo, seguirán aumentando mientras los temores sobre los mercados emergentes y la política de mayor ajuste monetario de Estados Unidos sigan obligando a los bancos centrales de los países en desarrollo a defender sus monedas.
Brasil, la mayor economía emergente después de China, salió de su histórica fragilidad financiera y se erige como uno de los más fuertes del grupo BRIC de grandes países en desarrollo, que también incluye a Rusia e India.
Dependiente mayormente del consumo interno y con reservas de alrededor de u$s 375.000 millones, tiene un margen considerable para gestionar las crisis. Cuando el real empezó a depreciarse rápidamente el año pasado, Brasil respondió con un programa de intervención cambiaria de u$s 60.000 millones. Esta vez, el banco central está elevando las tasas de interés. La última suba de enero fue el séptimo alza consecutivo.
A pesar de sus fortalezas, Brasil está luchando contra una persistente inflación que ronda cerca de la franja superior de la meta del banco central del 4,5%.
El gobierno alimentó la economía durante tres años mediante un programa de estímulo fiscal originalmente destinado a frenar los efectos de la crisis de la eurozona. Las exenciones impositivas y los altos niveles de préstamos del estado que formaron parte del programa, junto con trucos contables para ocultar el verdadero nivel del déficit presupuestario, fueron minando la credibilidad de Brasil ante los ojos de las agencias de calificación.
Como país anfitrión de la Copa Mundial de Fútbol de junio y en vista de las elecciones previstas para este año, el gobierno se mostrará reacio a reducir el gasto y al riesgo de una recesión.
Pero sus esperanzas de salir tranquilamente del paso pueden haber sido erosionadas por la crisis de Argentina, el mayor mercado de Brasil en materia de exportaciones de productos manufacturados.
Una fuerte caída de las exportaciones podría afectar las posibilidades de que Brasil alcance la tasa de crecimiento esperada del 2%... en un país que hace poco pensaba que podía crecer indefinidamente a 4%.











