

La reelección de la presidenta argentina, Cristina Kirchner, que deberá ocurrir el domingo, está lejos de preocupar a los dirigentes de las empresas brasileñas instaladas en el país.
Al contrario de poner en marcha un proceso de radicalización y estatismo, los dirigentes brasileños creen que Cristina tiende a moderar cada vez más su trato con el sector privado. "Desde la muerte del marido, ella manda señales de suavizar (la relación)", comentó un dirigente de una institución financiera, en referencia al ex presidente Néstor Kirchner, fallecido en octubre de 2010.
La expectativa de moderación se alimenta más por lo que Cristina no hizo. En los últimos doce meses, no se abrieron nuevos embates con el sector privado, lo que marcó al kirchnerismo en los siete años anteriores, inclusive en los tres primeros años de gobierno de la presidenta.
Nadie cuestiona el mantenimiento de una política proteccionista, pero se apuesta que habrá un ajuste para enfrentar la crisis global sin las fricciones que marcaron al gobierno anterior. "Es visible la aproximación de Cristina con la industria. La existencia del diálogo puede indicar una revisión de políticas como la imposición de subsidios a los sectores de energía, que alcanza directamente a nuestros clientes", comentó el director de una contratista.
Desde la muerte de Néstor Kirchner, considerado en vida la fuente del poder real en Argentina, la decisión del gobierno que tuvo más impacto para los intereses brasileños fue el retiro de licencias automáticas de importación para una serie de productos, lo que llevó a Brasil a realizar un movimiento similar, a partir de marzo de este año.
Sin embargo, la relación comercial, continúa ampliamente superavitaria para Brasil: se prevé que las importaciones argentinas este año superen a las exportaciones en alrededor de u$s 6.000 millones.
El aumento del proteccionismo es una señal del crecimiento de la influencia de la industria en la definición de las políticas del gobierno y puede haber una escalada si se amplía el espacio de la ministra de Industria y Comercio, Débora Giorgi, dentro de la administración de Cristina.
Ex directora de asuntos internacionales de la Unión Industrial Argentina (UIA), la entidad patronal de la industria, Giorgi es una de las ministras más cercanas a la presidenta.
"Es una interlocutora con la que no se puede discutir. Solo abre margen de diálogo con el gobierno de Brasil, no con el sector privado", dijo un ejecutivo brasileño del sector de calzado instalado en el país. En el ministerio desde finales de 2008, Giorgi es la operadora del denominado "uno por uno". Eso significa que en los productos, cuyas licencias automáticas fueron revocadas, la importación solo se autoriza en caso que el importador en Argentina exporte el mismo valor de cualquier otro producto.
El ejemplo más reciente sucedió la semana pasada, cuando se tornó público un acuerdo por el cual BMW volverá a importar automóviles a Argentina en la misma medida en que exportará arroz. Para evitar situaciones insólitas como esa, muchas empresas brasileñas optaron por instalar la producción en Argentina, sobre todo en las áreas de calzados y textiles.
Durante el período de Cristina, las industrias brasileñas que comenzaron a producir en el país, en general se asociaron a industriales argentinos con experiencia en el sector. Lo que más pesó en esa unión no fue la presión del gobierno, sino la estrategia de reducir al máximo la inversión.
"La gente oscila entre la necesidad de participar del mercado de aquí y el temor de inmovilizar capital. Buscando al socio local, se reduce la necesidad de invertir en compra de inmuebles, por ejemplo", afirmó un ejecutivo brasileño del área de autopiezas.
La dificultad de obtener en el país líneas de crédito de largo plazo es otro motivo para buscar un socio local. El Banab, equivalente argentino del Banco de Desarrollo Económico y Social (BNDES) del Brasil, fue liquidado por el gobierno del ex presidente Carlos Menem, en los años 90, y no se crearon otras instituciones con ese perfil. Pero, para algunas empresas brasileñas, la falta de líneas locales de largo plazo puede representar una ventaja comparativa para quien viene de afuera. "Es común que coloquemos en nuestras ofertas las soluciones financieras para el emprendimiento, porque tenemos acceso a las líneas que ellos no tienen", dijo el director de la contratista.
La inflación encubierta asusta menos que el aumento de los costos provocados por las subas salariales. "La inflación se torna un problema cuando se tiene un uso intensivo de mano de obra y limitaciones para realizar el repase de precios al consumidor. Ese no es nuestro caso", señaló un director de una industria de material de transporte.
"Existe una competitividad menor, pero la suba de costos en dólar no es una particularidad argentina. También en Brasil el dólar no está ganándole a la inflación a mediano plazo", minimizó el director de la empresa de construcción civil.










