La capital española está llena de rincones que guardan historias centenarias, pero pocos combinan patrimonio gastronómico y cariño popular como una heladería que lleva décadas endulzando los veranos madrileños.
Ese es el caso de Heladería Los Alpes, fundada en 1950 en el barrio de Chamberí. Con más de 70 años y siempre en el mismo local, se ha convertido en un enclave imprescindible para quienes buscan helados artesanales de calidad.
Un legado que empezó con una receta italiana
Heladería Los Alpes nació de la mano de Pedro Marchi, un heladero procedente de Bagni di Lucca (Italia), que llegó a España con una receta escrita en una servilleta por un amigo y que cambió el curso del negocio familiar.
Edificada en 1950 junto a su esposa Marcelina Ladero, comenzaron ofreciendo únicamente ocho sabores en un local muy modesto de la calle Arcipreste de Hita.
La maquinaria era básica: una mantecadora italiana, hielo picado y sal gorda para refrigerar el mostrador. Aquel mantecado de vainilla, elaborado con yema de huevo, pronto se convirtió en un mito local. Y aunque el entorno cambió, la esencia sigue intacta gracias al compromiso de la familia y la persistencia de una fórmula artesanal.
Materia prima excelente y producción artesanal
El secreto de su éxito radica en la elección rigurosa de ingredientes frescos y de temporada: fresas ecológicas de Madrid, piñas de Costa Rica, pistachos de Sicilia, dulce de leche de Argentina o limones de Murcia. Todo llega diariamente para garantizar sabor y naturalidad.
En su obrador de última generación -pero con respeto por el método tradicional- se elaboran hasta 120 sabores al año, aunque en la vitrina habitual se muestran entre 60 y 68 según la temporada. Su producción puede llegar a 700 kg. diarios en verano, lo que evidencia su gran aceptación y la confianza de un público fiel.
Una empresa familiar que mantiene la filosofía original
Hoy, la heladería sigue gestionada por la tercera generación, representada por Guillermo y Eva Castellot, nietos del fundador. Ellos mantienen la filosofía del abuelo: pasión, esfuerzo y calidad como pilares del negocio, sin ahorrarse el trabajo artesanal que han pasado de generación en generación.
Guillermo reconoce que no hay grandes secretos ocultos, sino un oficio exigente que no admitía atajos. Horas de dedicación desde temprano por la mañana hasta altas horas garantizan la frescura y la excelencia de cada bola de helado.
Tradición, historia y experiencia única
La ubicación siempre ha sido la misma: calle Arcipreste de Hita nº6 en Chamberí, un lugar que ha visto nacer y crecer el negocio sin mudanzas ni cambios de rumbo.
Con clientes que ya pedían helado cuando lo hacía el propio abuelo Marchi, Los Alpes ostenta una clientela fidelizada y generacional. Muchos vuelven cada verano evocando los sabores de la infancia, un símbolo de identidad en un Madrid cambiante.
El balance: calidad artesanal, sabores naturales, clientes fieles y un legado familiar cocido a fuego lento. Ese conjunto convierte a Los Alpes no solo en la heladería más antigua de Madrid, sino en una institución heladera que sigue siendo tan popular como en su primer día.