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Desde los albores de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, China ha incrementado sus ataques cibernéticos contra instituciones rusas, en una estrategia que busca recabar información militar sensible.

Un informe publicado por The New York Times indica que hackers vinculados al gobierno chino han atacado de forma reiterada a agencias gubernamentales y compañías de defensa de Rusia, empleando malware especializado -como Deed RAT- y campañas de phishing dirigidas.

Expertos en ciberseguridad señalan que estas intrusiones silenciosas, están enfocadas en tecnología militar, tácticas de combate en tiempo real y sistemas de alta defensa empleados en la guerra de Ucrania, entre los que se incluyen submarinos nucleares, tecnología de drones y tácticas avanzadas.

Un ataque estratégico en plena guerra

Analistas señalan que estos ciberataques comenzaron en mayo de 2022, apenas unos meses después de que se inicie el conflicto en Ucrania.

Se han identificado grupos como Mustang Panda y Sanyo, que habrían suplantado correos electrónicos oficiales de firmas de ingeniería militar para propagar malware entre profesionales rusos.

Un memorando secreto del FSB ruso, al cual tuvo acceso The New York Times, describe cómo los servicios de espionaje de Rusia advierten sobre una penetración sistemática de ciberoperaciones chinas bajo la fachada de misiones tecnológicas.

El documento ruso califica a China como "enemigo", lo cual revela un deterioro de la confianza, pese a los gestos públicos.

Por qué atacar al "aliado"

La motivación de Pekín no es solo ganar terreno en la guerra de Ucrania, sino consolidar su ventaja tecnológica militar. El acceso a datos de sistemas rusos permitiría a China calibrar mejor su propio desarrollo armamentístico, desde submarinos hasta sistemas de drones tácticos y guerra electrónica.

Los recursos exclusivos de estas campañas apuntan a una coordinación casi estatal. Aunque algunas intrusiones podrían estar descentralizadas, la sofisticación técnica y la continuidad temporal indican respaldo o al menos tolerancia de altos niveles en el estado chino.

Cuál es el riesgo para las relaciones bilaterales entre ambos países

Este tipo de espionaje abierto fricciona la narrativa diplomática de una "asociación sin límites" entre Moscú y Pekín. El FSB ruso ya ha implementado contramedidas y endurecido su vigilancia interna, incluso intentando reclutar informantes dentro del aparato militar chino.

Mientras en público Rusia refuerza su alianza con China, internamente combate una ofensiva cibernética. Esto sugiere que, aunque la colaboración diplomática persista, el conflicto silencioso por la supremacía tecnológica se ha vuelto parte del nuevo tablero internacional.

Qué significa este escenario para Europa y el resto del mundo

El hecho de que China considere oportuno espiar a un aliado histórico como Rusia arroja dudas sobre su comportamiento global en materia de ciberespionaje. Estos hechos podrían condicionar alianzas internacionales, así como las relaciones con la Unión Europea y la OTAN.

Por otro lado, esta revelación refuerza la urgencia para que las naciones occidentales refuercen sus defensas digitales. La exposición mediática de grupos como Mustang Panda y Sanyo pone en foco la sofisticación de amenazas persistentes avanzadas que operan con tácticas de estado.

Este episodio pone en evidencia que en el tablero global hay aliados en las cámaras y adversarios en la red. Y mientras China continúa afianzando su poder digital, la ciberseguridad militar será un punto de fricción inevitable entre potencias.