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Durante años, el comercio minorista ha sido un termómetro económico y social en España. La evolución de los hábitos de consumo, la digitalización acelerada y los retos logísticos luego de la pandemia han puesto en jaque a las grandes cadenas tradicionales, obligándolas a repensar sus modelos de negocio.

En este marco es que la capital del país se despide inesperadamente de las icónicas pastelerías Embassy, uno de los comercios más emblemáticos de Madrid. La noticia ha dejado a clientes y vecinos en estado de conmoción debido a la importancia de la cadena para la historia y cultura madrileña.

Fundada en 1931 por Margarita Kearney Taylor, el establecimiento se convirtió en un referente para la repostería artesanal. Sus icónicas ubicaciones y su tradición en la elaboración de postres hicieron del lugar un punto de referencia culinario en la capital.

Anuncian el cierre de una pastelería con casi 100 años de historia en Madrid

A pesar de haber superado diferentes crisis económicas y cambios en el consumo, Embassy no logró resistir el impacto de los últimos años. El auge de cafeterías modernas con una propuesta diferente y el aumento del consumo de alimentos saludables fueron dos puntos que restaron a la hora de atraer nuevos clientes.

Sin embargo, el motivo principal detrás del cierre de Embassy es que arrastraron complicaciones desde la pandemia del Coronavirus. Desde aquel periodo, la pastelería no volvió a tener la misma cantidad de clientes y su situación financiera empeoró notablemente como para mantenerse en pie.

Según fuentes cercanas, la decisión de cerrar responde tanto a razones económicas como a dificultades para sostener un modelo de negocio tradicional en un mercado en constante transformación.

¿Qué pasará con los locales Embassy y sus trabajadores?

Los seis locales de la confitería fueron clausurados a finales de marzo sin previo aviso. Sin embargo, en ese momento los dueños afirmaron que el cierre no era definitivo, ya que estaban a la espera de nuevos tratos con trabajadores y distribuidores, y aspiraban a reabrir sus puertas en el futuro.

Desde Embassy atribuyeron el cierre a problemas de liquidez ocasionados por la subida de los costes laborales, de las materias primas y de la energía y a no haber podido recuperar las ventas previas a la pandemia.

Finalmente, no ha sido posible salvar la empresa porque los propietarios no han encontrado la financiación necesaria para reabrir y los seis establecimientos, situados en Núñez de Balboa, O' Donnell, Santa Engracia, Aravaca, La Moraleja y Chamberí, bajan la persiana definitivamente.

Los 50 empleados que serán despedidos de la histórica pastelería Embassy

Por su parte, los trabajadores denuncian que Embassycada vez les pagaba peor, hasta que este año dejó de pagarles: "En los últimos tiempos pagaban fatal y siempre te faltaban unos 100 o 200 euros. Tampoco nos daban las pagas extras de verano y, a veces, nos abonaban la nómina en tres entregas. Llevamos sin cobrar desde marzo y lo estamos pasando muy mal", afirmó para el medio Gran Madrid una de sus empleadas sin develar su identidad.

Los empleados atribuyen el cierre a la mala gestión de los últimos herederos y a su actual dueño, Manuel Canalejas, que se dedicaron "a abaratar costes, a contratar a gente sin formación y a abrir nuevos locales cuando el volumen de ventas no daba para mantenerlos", según denuncian.

Rizzo Julieta

La increíble historia de Embassy, una de las cafeterías más emblemáticas de Madrid

Más allá del cierre de un negocio, este hecho evidencia la transformación del paisaje gastronómico de la capital. Durante décadas, estos espacios fueron mucho más que simples comercios: eran parte de la identidad cultural de Madrid. El cierre evidencia un cambio en las costumbres de los habitantes, que ahora buscan alternativas más modernas y funcionales.

En su momento, Embassy no solo fue un lugar de encuentros y espionaje, sino también un refugio para la realeza y la alta sociedad. Durante sus años de mayor esplendor, figuras como Ava Gardner, el duque de Windsor y la propia reina Sofía disfrutaron de su ambiente exclusivo y sus recetas británicas inigualables.

En una ocasión, la embajada británica encargó un suministro especial de scones para la visita de la reina Isabel II, quien envió una nota de agradecimiento tras degustarlos. Esta combinación de lujo, historia y misterio convirtieron a Embassy en uno de los emblemas gastronómicos de la capital, por lo que será recordado por mucho tiempo.