Madrid se reinventa constantemente, pero algunas despedidas duelen más que otras. En el corazón de la capital, las terrazas con vistas privilegiadas son refugios efímeros donde la ciudad se contempla desde otra dimensión.
Esas panorámicas, historia y gastronomía cristalizan en PuertaSol, el restaurante de Alberto Chicote que cerró a principios de abril de 2025. Un cierre abrupto provocado no por la falta de público, sino por una reforma integral que hizo inviable seguir con su actividad.
Un cierre que no tiene que ver con la cocina
PuertaSol, ubicado en la quinta planta de El Corte Inglés en la Puerta del Sol, ha sido durante nueve años un referente para madrileños y visitantes por su cocina tradicional con un toque moderno y sus vistas inigualables al centro urbano.
En un comunicado oficial, Chicote y su socio Pedro Olmedo explicaron que las obras de acondicionamiento del edificio hacían "incompatible seguir nuestra actividad" en ese espacio.
La terraza, eje central de la experiencia sensorial del restaurante, se vio directamente afectada, lo que precipitó el cierre definitivo el 5 de abril de 2025.
Un cierre que significó pérdida de empleos
La clausura dejó sin empleo a unas 23 personas, cifra que incluye al personal del restaurante y a los propios responsables. Chicote y Olmedo aseguraron que este cierre no fue una decisión voluntaria, sino una consecuencia directa de las condiciones estructurales generadas por las reformas.
A pesar del revés, ambos señalaron su intención de lanzar nuevos proyectos juntos, aunque de momento descartaron una nueva apertura en la Puerta del Sol.
Mientras tanto, Chicote sigue al frente de Omeraki, su otro restaurante en el barrio de Salamanca, apostando por una cocina más íntima y basada en el producto de calidad.
Un legado que deja huella
Para muchas personas, PuertaSol ha sido un enclave sentimental en plena Puerta del Sol, donde se combinaban platos como callos a la madrileña o torreznos con una vista privilegiada de Madrid. Su cierre marca el fin de un capítulo clave en la escena gastronómica madrileña.
La experiencia única que ofrecía, con terraza incluida, quedará en la memoria colectiva. Su lugar aún vibra en la fotografía de quienes celebraron momentos especiales bajo esa vista panorámica que hacía sentir que uno estaba en el epicentro de Madrid.