A pesar de que persiste un debate constante y actual entre expertos y teólogos sobre si fue una figura histórica literal, su interpretación varía considerablemente. John Dominic Crossan, por ejemplo, lo considera una figura histórica centrada en la promulgación de valores éticos, mientras que otros, como George Albert Wells y Timothy Freke, lo ven como una figura mítica creada del sincretismo cultural.
Jesucristo es un individuo que, sin lugar a dudas, ha dejado una huella indeleble en la historia de la humanidad, superando a cualquier "influencer" contemporáneo, ya que su palabra ha resonado a lo largo de los siglos.
La verdad detrás de las historias bíblicas
Respetando las diversas creencias religiosas, es importante señalar que muchas narrativas bíblicas sobre Jesús contienen elementos mágicos y milagrosos, lo que sugiere que los relatos del Jesús de Nazaret en el Nuevo Testamento podrían poseer un componente mítico destinado a inspirar a las personas de su tiempo.
A medida que la ciencia ha ido ganando prominencia, especialmente desde la Ilustración, las supersticiones y creencias religiosas han sido paulatinamente reemplazadas por el método científico, lo que ha permitido una comprensión más objetiva de fenómenos que anteriormente resultaban inexplicables.
David Fitzgerald, durante más de una década, desde la publicación de su obra Ten Christian Myths That Show Jesus Never Existed At All, ha sostenido la idea de un Jesús mítico, argumentando que la mayoría de las investigaciones sobre su figura se han llevado a cabo desde una perspectiva cristiana en lugar de científica o histórica, como se recuerda en El Confidencial.
Bart Ehrman, reconocido experto en paleocristianismo, indica que una de las evidencias más contundentes de que Jesús podría no haber existido es la falta de menciones en fuentes paganas contemporáneas. "No hay registros de nacimiento, transcripciones de juicio, certificados de defunción.. nada", afirma Ehrman en Jesus: Apocalyptic Prophet of the New Millennium y añade que, a pesar de la existencia de numerosos documentos de la época elaborados por historiadores y filósofos, Jesús no es mencionado en ninguna fuente no cristiana o judía.
La sorprendente omisión de San Pablo en los relatos sobre Jesús
En este contexto, Pablo de Tarso, figura fundamental en el cristianismo, sorprendentemente omite la mención de eventos biográficos concretos de Jesús, así como la referencia a los Doce Apóstoles. Esta omisión suscita interrogantes y alimenta la hipótesis de que los evangelios pudieron haber sido redactados en una época posterior, tal como sostiene Marcus Borg, teólogo y experto en el Nuevo Testamento.
Asimismo, la teoría de Donald Guthrie, formulada en la década de 1960, postula que los nombres de los evangelistas -Marcos, Mateo, Lucas y Juan- son seudónimos que fueron asignados en torno al siglo II. Este uso de seudónimos, según Guthrie, era una práctica habitual en ese periodo. Tras un exhaustivo análisis del Nuevo Testamento, concluye que ninguno de los evangelistas afirmó haber sido testigo de los actos y milagros de Jesús.
Inconsistencias en los evangelios
Las discrepancias entre los evangelios generan interrogantes sobre la veracidad de los acontecimientos en la vida de Jesús. Marcos, el evangelio más antiguo, fue modificado tanto por Lucas como por Mateo, quienes añadieron correcciones y contenido adicional, llegando incluso a contradecir el evangelio de Juan, que fue redactado mucho más tarde.
En síntesis, la figura de Jesús se interpreta de diversas maneras según el autor, así como las creencias y la fe de cada individuo. Puede ser considerado como filósofo, fariseo liberal, revolucionario o incluso feminista. Fitzgerald sostiene que "Jesús parece ser un efecto, no la causa, del cristianismo", sugiriendo una clara distinción entre la historia y el mito.
No obstante, las múltiples interpretaciones de la Biblia no deben restar valor a las creencias de quienes la leen y estudian, ya que su riqueza también se encuentra en su capacidad de interpretación múltiple.