El divorcio o la separación de una pareja no solo afecta a los adultos involucrados, sino que deja una huella emocional en los niños. En España, donde las tasas de separación se han mantenido estables en los últimos años, los expertos subrayan la necesidad de prestar especial atención a las consecuencias que esto tiene sobre los menores.
Carlos González, reconocido pediatra y defensor de la crianza respetuosa, ha compartido una visión contundente sobre cómo viven los niños la ruptura de sus padres. En una de sus charlas, asegura que los menores "sufren, sin ninguna duda, cuando sus padres se separan“. Y va más allá: ”Esto no es una opinión, es un hecho comprobado“.
El impacto emocional: miedos, inseguridad y pérdidas
González explica que muchos niños experimentan sensaciones de abandono, inseguridad y temor ante la nueva realidad familiar. "No entienden qué ha pasado ni por qué papá o mamá ya no está en casa“, afirma el pediatra. Esta incertidumbre, especialmente si no se gestiona con delicadeza, puede desembocar en sentimientos de culpa o ansiedad.
El especialista insiste en que incluso las separaciones que se dan sin conflictos visibles pueden afectar: "Aunque no haya peleas, aunque no haya gritos, aunque no se odien, el niño sufre“. La estabilidad emocional de los hijos, según González, está estrechamente ligada a la percepción de unidad familiar.
Cuál debería ser el rol de los padres en estos casos
Una de las recomendaciones más firmes que ofrece el pediatra es preservar la relación del niño con ambos progenitores. "A veces, el padre se va a vivir a otro lugar y ve al hijo cada 15 días. Eso no basta“, advierte. Para González, la frecuencia y calidad del contacto es esencial para que los menores no sientan que han perdido una parte de su vida cotidiana.
La forma en que se comunica la decisión del divorcio también es clave. Recomendaciones de organizaciones como Save the Children coinciden con González en la necesidad de ofrecer explicaciones claras, adaptadas a la edad del niño, sin involucrarlo en conflictos ni utilizarlo como mensajero entre los padres.
En búsqueda de un acompañamiento y una crianza consciente
González es firme en su mensaje: "Lo que más necesitan los niños de padres separados es amor y comprensión, no regalos ni compensaciones“. La época posterior a una separación requiere un acompañamiento activo, no solo de los padres, sino también de la escuela, el entorno familiar y, en algunos casos, profesionales especializados en psicología infantil.
El pediatra ha sido una voz constante en defensa de una crianza empática, donde se prioricen las necesidades emocionales del menor. Su perspectiva está alineada con estudios recientes de la Asociación Española de Pediatría, que alertan sobre el aumento de casos de ansiedad y depresión en niños tras la separación de sus padres.
Con un enfoque claro y empático, González invita a la reflexión: "Si de verdad quieres a tu hijo, debes pensar primero en él antes que en tus propias frustraciones con tu expareja“. Un mensaje directo que busca poner el foco en los menores como prioridad en cualquier proceso de separación familiar.