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"Sin el FMI, las diferencias hubieran emergido igual tarde o temprano". El razonamiento de una espada del Frente de Todos subraya lo que se percibe en estas horas tanto en la Casa Rosada como en el Instituto Patria.
Es cierto que hay críticas y reproches cruzados sobre lo que se está empezando a acordar entre el Gobierno y el organismo multilateral de crédito para refinanciar la deuda que dejó la gestión anterior.
Pero en definitiva, la mirada de la economía del ministro Martín Guzmán y el equipo económico del presidente Alberto Fernández, "en algún momento" iba a colisionar con las ideas de las que se nutre la vicepresidenta y su entorno más cercano.
"La prueba de fuego de esta coalición va a hacer el acuerdo con el Fondo", le atribuyen haber dicho a Máximo Kirchner no bien arrancó la gestión en 2019. Si lo dijo, la pegó.
Pero en realidad, las papeletas que se están terminando de pulir en estas horas con los burócratas de Washington no hacen más que dejar sentadas con membrete del FMI las distintas posiciones sobre debates técnicos y políticos que ese amplio espectro llamado kirchnerismo surgido allá después de la crisis de 2001 nunca resolvió sobre su propio proceso en el poder.
El tema es que en estas horas está obligado a hacerlo nada menos que ante la tutela del Fondo Monetario Internacional, un ente que tras haber sido siempre la contraparte contra la cual se constituyó como fuerza política, ahora llega para reclamar medidas que meten el dedo en la llaga de esas indefiniciones del propio oficialismo, cuya persistencia en el tiempo -además- lo van hundiendo en un barro que lo tapa.
Por eso, propongo desde esta columna que el Gobierno se apropie de las exigencias del FMI que coinciden con los temas tabú de siempre del kirchnerismo y arme el seminario definitivo sobre qué cazzo es la fuerza política que nos está gobernando. Ya es hora. Lo otro no se banca más.
Una jornada, dos, tres, una semana. Puede ser en el Golden Center de Parque Norte. O en un salón Néstor Kirchner de algún lugar del Estado, que seguro debe haber, o en el mismísimo CCK si hace falta.
El título puede tener todo el humo necesario para disimular la profundidad y lo central de la discusión, sin levantar el avispero de nadie, tipo "El desarrollo posible en la Patria Grande", o directamente provocar el bardo, onda "Frente de Todos, revolución o reformismo" o "¿Qué somos? Chávez o Tabaré". O peor. "¿Gobernamos para ganar elecciones y no me importa nada el resto?".
Todo con mesas que hagan referencia explícita a los quilombos constitutivos de ayer, hoy y siempre que están dando vuelta de manera latente e insoportable en las discusiones donde unos se cuidan de exponerse para no ofender al otro, o por temor a hacerle el juego a alguien o a enojar a alguna vaca sagrada.
Hacen falta unos días de honestidad brutal, de vísceras ideológicas a la vista, con las mezquindades políticas que haya que revelar sin rodeos, como una terapia final que termine con este zigzagueo paralizante que se supone tiene la virtud de conservar la unidad pero a costa de comerse garrones por todos lados y so riesgo de no llegar a ningún lado.
Ya lo dijo Jauretche
Tiene que haber liturgia peronista. Frases de Jauretche y Perón en pantallas sobre todo lo que se discuta, total nadie las chequea y todos citan alguna. Se le puede atribuir a cualquiera una afirmación sobre agregados monetarios o la Curva de Phillips y dale que va. "Ya lo decía Jauretche, hay que monitorear el crecimiento del M2". Quién te va a decir algo.
Pero la irrupción del Fondo como patrocinante del debate que nunca se terminó de saldar sobre qué es el kirchnerismo, qué piensa que hay que hacer con la economía cuando no hay manteca para tirar al techo y cómo seguir hacia delante, no puede derivar en que no se zanje nada y cada uno sólo piense en resguardar su banderita histórica para la próxima batalla. O si es así, que se note fuerte.
Yo metería de arranque una mesa sobre una indefinición que puede ser la madre de todas las demás. "¿Por qué se perdió en 2015?" Crucial. No hay consenso en el Frente ni a palos y eso derrama sobre todo.
Posturas. ¿En serio fue porque los medios se confabularon y el lawfare y la mar en coche? Debate. ¿O fue una catarata de errores de gestión económica que te dejaron sin divisas y te ahogaron el crecimiento genuino que se empezó a esfumar allá por 2011? Que haya gritos. Si hace falta, un sillazo. Pero que se dirima de una vez.
La irrupción del FMI como patrocinante del debate sobre qué es el kirchnerismo, qué piensa que hay que hacer con la economía, no puede derivar en que no se zanje nada
Porque la hija de esa discusión es otra mesa debate importante que vendría después: "¿Por qué se cayó en las elecciones 2021?" ¿Porque faltó gastar más? ¿O porque se perdió el tiempo, no se arregló con el Fondo, se agrandó la brecha y lo pagaste en inflación, en medio de una pandemia muy difícil de levantar, además con macana que no quedó por hacer? Otra discusión que se licuó en una carta que va, una respuesta que viene pero sigue en pausa.
Pero eso es solo el comienzo. El agite en las Jornadas Qué Cazzo Somos tiene que ser total. Recontra central, el universo de la energía. "¿Hay que regalar luz y gas a los ricos?" Disparador. "¿Es vector de competitividad y consumo? ¿O un recurso estratégico que hay que recuperar y que si se despilfarra te come dólares a lo loco?" "Las tasas de interés y la moneda", otra.
¿Hay que remunerar al ahorrista en pesos? ¿O hay que prestar a menor costo que la inflación y que el pesito se destruya pero con bomba a la reactivación? A propósito, otro debate que parecería sin saldar. "Inflación". ¿Es un problema o es un daño colateral de la puja distributiva y el crecimiento? ¿Hay acuerdo en que hay un lío macro ahí atrás? ¿O sólo son los supermercados garcas y hay que meterles ley de góndolas?
Nada de esto está resuelto. Nunca lo estuvo. De hecho, para quienes comandan la economía desde el Palacio de Hacienda, muchas de esas discusiones derivaron en que desde la década pasada, el espacio se cerró hacia adentro, pifió en la gestión, potenció una sangría de dirigentes que decían "guarda" y allanó el camino para la posterior derrota de 2015. Pero ese diagnóstico nunca fue compartido por la columna vertebral del kirchnerismo.
El tema es que frente a Cambiemos en el poder, se abrió un proceso de rejunte por la supervivencia y el regreso de los ex críticos permitió correr a Mauricio Macri en 2019, pero -atención- sin que hubiera una síntesis consensuada de qué mocos se habían mandado sobre todo en los dos mandatos de Cristina Fernández y por ende, entonces, qué habría que hacer ahora.
Tal vez lo más parecido a estas jornadas imaginarias esté por empezar en el Congreso.