

¿La transición de 1999 puede dejar algunas enseñanzas útiles para el gobierno de Macri?
Sí, es posible, pero difícilmente nos sirva para resolver los problemas actuales. Entre otras cuestiones las diferencias entre ambos períodos no son menores. En 1999 había una deuda pública más elevada (48% del producto), vencimientos anuales de la deuda tres o cuatro veces mayores, precios de exportación que eran la mitad de los actuales, tasas de interés internacionales mucho más elevadas, y contratos estaban dolarizados. Entre otras cosas ello implicaba que devaluar llevaba a romper todos los contratos, financieros y no financieros, internos y externos.
¿En una transición económica, conviene blanquear toda la herencia al asumir? ¿Dejar a la vista que los desequilibrios son mayores a los previstos no estrecha el margen para tomar decisiones de política económica?
Ese es siempre un dilema. Enfatizar la herencia cuando ésta es muy mala tiene la ventaja de hacer que las necesarias correcciones sean más fáciles, menos difíciles de explicar. La contrapartida es que si hay que obtener financiamiento de los mercados un diagnóstico muy negativo puede ser contraproducente. En 1999 se enfatizó poco la herencia porque era imperioso obtener financiamiento dados los vencimientos de la deuda y los escasos recursos existentes en el Tesoro. Quizás fue un error. Creo que si bien ahora la herencia podría ser difícil de determinar por la falta de transparencia de las estadísticas públicas, tenemos estadísticas privadas bastantes confiables. Los mercados las conocen; sería bueno que los ciudadanos también estén informados.
En 1999 Menem dejó un déficit fiscal mucho mayor al oficial y hubo que adoptar medidas fiscales más duras. También se decidió continuar con el régimen de convertibilidad, pese a que había un evidente atraso cambiario. Visto para atrás, ¿hubiese aconsejado otra estrategia?
Con la sabiduría que da el diario del lunes es posible. Con lo que sabíamos en ese momento no, salvo algunas cuestiones impositivas menores. Para ponerlo en perspectiva, hoy se habla de subsidios equivalentes a 5% del producto, el aumento de impuestos de ese entonces fue de 0,6% del producto. El atraso cambiario era similar al que existe hoy día (hoy es algo peor). La diferencia es que en la actualidad no hay contratos dolarizados. Cuando los contratos están totalmente dolarizados, como en el 1999, la devaluación implica una ruptura generalizada de esos contratos, con el consiguiente caos económico y político. Quizás por eso Europa resistió "la solución argentina" que proponía Krugman. Es el dilema que enfrentan Tsipras en Grecia y Correa en Ecuador. Hasta ahora han decidido evitar la devaluación.
¿Qué tan importante fueron los acuerdos políticos negociados con los gobernadores antes de que asumiera la Alianza? ¿Macri tiene margen para recorrer ese camino? ¿Alcanza el tiempo?
Antes de asumir logramos un acuerdo con los gobernadores con respecto a la coparticipación. No fue fácil, pero a partir de una propuesta razonable y a pesar de que la negociación fue complicada, ellos no tuvieron margen político para decirle que no al nuevo gobierno. Es bueno recordar que, a diferencia de lo que se suele decir, todos los proyectos que envió el gobierno de ese entonces al Congreso fueron apoyados por los parlamentarios de la Alianza y la mayoría se transformaron en leyes, al menos antes de la renuncia del Vicepresidente. O sea, ciertas tensiones, propias de toda alianza, no se manifestaron en problemas para aprobar leyes ni en otras decisiones relevantes. Ahora será un poco más complicado pasar por el Congreso, en el sentido que se requerirán acuerdos más amplios que los que se den dentro de Cambiemos.
Usted fue presidente del Banco Central. Hoy hay un conflicto a la vista entre la política de sus actuales autoridades y la que promueve el gobierno electo. ¿Cómo debería resolverse? ¿Le parecen adecuadas las intervenciones del BCRA en el mercado de futuros?
Las intervenciones del Banco Central en el mercado de futuros exceden las facultades del presidente y su directorio. En ningún caso se debió comprometer de esa manera el patrimonio del BCRA sin conocer las políticas cambiarias del nuevo gobierno. Por esto y muchas otras cuestiones, comparto la decisión del presidente electo de remover, de acuerdo con el procedimiento legal vigente, al presidente del Banco Central.
¿Cuáles son las asignaturas que pueden corregirse con medidas de shock y cuáles con una estrategia más gradual?
Este es un dilema que se le plantea a todo gobierno que recibe una herencia complicada. Cuando hay muchas distorsiones no se las debe corregir a todas de inmediato. Lo que debe quedar claro desde el primer día es la visión del gobierno y sus prioridades. Las primeras medidas deben confirmar que el gobierno se mueve de acuerdo a esa visión y con ciertas prioridades. El país casi no tiene reservas de libre disponibilidad y por ahora no tiene acceso al crédito. De modo que, tanto por la visión de largo plazo como por la necesidad de conseguir divisas, la corrección cambiaria debiera ser prioritaria respecto de las tarifas de los servicios públicos. Esto no significa que no se haga nada con el nivel de las tarifas, que son vergonzosas desde la óptica de la equidad y la sostenibilidad, pero con otro ritmo y considerando los distintos usuarios.
¿Todas las correcciones cambiarias tienen impacto en precios?
Considerando que es difícil determinar el impacto sobre los precios de variaciones en el tipo de cambio, yo prefiero un doble mercado, con correcciones importantes en el tipo de cambio comercial, y con un mercado financiero que irá convergiendo con el comercial con la mejora de las expectativas. Las variaciones del comercial deben ser menores que el aumento de precios, y la tasa de interés superior a ambos. La convergencia se debe dar por reducción del financiero. De esa manera se reducen los riesgos de que las oscilaciones cambiarias de corto plazo impacten en exceso sobre los precios. De la misma manera los permisos para importar se deberán reducir desde el primer día, pero eliminar gradualmente. El proceso de convergencia no deberá ser más prolongado que seis meses y se podrá avanzar más rápido en la medida que haya reservas suficientes, por ejemplo por una gran liquidación de productos agropecuarios y por el financiamiento externo de organismos internacionales o por el acceso al mercado a tasas interés más razonables. Asimismo, contribuirá a acelerar la convergencia una política fiscal y monetaria más en línea con el compromiso de bajar la inflación.
¿Y que pasa mientras tanto con la inflación?
Reducir la inflación mientras se corrigen precios relativos es dificil. Por eso creo que la reducción de la inflación será gradual y deberá, en lo posible, darse en el marco de un cierto acuerdo de precios y salarios.
¿Que pesa más en una coyuntura como la actual, los acuerdos políticos o la necesidad de seguir una receta económica?
Todo gobierno requiere una buena gestión, y creo que Macri puede acreditar eso en la Capital. Todo gobierno requiere también de cierto consenso popular y de una mayoríapolítica que le ayude a gobernar. En nuestros días ello implica acuerdos dentro de Cambiemos y con otras fuerzas políticas. Ambas cuestiones van de la mano, lo que significa que la gestión eficiente es, entre otras cosas, la que permite acuerdos que hagan posible la gobernabilidad. Por eso las decisiones técnicas deben pasar por el tamiz de la política. O como dice Ernesto Sanz en su carta de despedida, no habrá buen gobierno si no se entiende que ambos factores son indisolubles.














