Aunque el clima político atraviesa una etapa de alta tensión por la discusión de leyes clave en el Congreso, el ajuste fiscal y las elecciones venideras, el vínculo entre la ciudadanía y el Gobierno Nacional mostró una leve mejora en un tradicional sondeo. Sin embargo, detrás del promedio general, se esconde un mapa desigual de percepciones.
El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG), elaborado mensualmente por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella -con trabajo de campo de Poliarquía Consultores- subió un 4,9% respecto a junio y se ubicó en 2,45 puntos sobre un máximo de 5. Se trata de un dato que consolida una tendencia de estabilidad: en los últimos cuatro meses el indicador osciló en un rango estrecho, entre 2,33 y 2,45 puntos.
En términos interanuales, el ICG también muestra una variación positiva del 3,3%. Además, se ubica 9,6% por encima del mismo mes de 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, y un 44,3% por encima de julio de 2021, en plena gestión de Alberto Fernández.
Estas comparaciones permiten ubicar a Milei en una posición intermedia, aunque por debajo del promedio de Macri (2,59) y por encima del de Fernández (2,18) al mismo tiempo de mandato.
El índice mide cinco componentes clave: la evaluación general del gobierno, la capacidad para resolver problemas, la honestidad de los funcionarios, la eficiencia en el gasto público y la preocupación por el interés general. En julio, cuatro de esos cinco ítems mejoraron, aunque el dato central del informe es que la evaluación general del gobierno cayó un 2,4%, siendo el único componente que mostró un retroceso.
La mayor suba se dio en la percepción de preocupación por el interés general, que trepó un 17,5% mensual. También mejoraron la honestidad (+5,2%), la capacidad para resolver los problemas del país (+3,6%) y la eficiencia (+3%). En conjunto, estos movimientos explican el leve ascenso del promedio global, aunque reflejan que el "techo" sigue firme: el ICG de Milei no supera, al menos por ahora, los 2,5 puntos de media.
El informe revela brechas marcadas según el perfil demográfico. Los hombres (2,64 puntos) tienen una confianza en el gobierno notoriamente más alta que las mujeres (2,25 puntos). Por edad, el mayor respaldo aparece entre los jóvenes de 18 a 29 años (2,79 puntos), mientras que el grupo de 30 a 49 años muestra el menor nivel (2,26). El segmento de mayores de 50 años se ubica en un punto intermedio (2,53), aunque con el mayor crecimiento mensual (+9,5%).
Geográficamente, el interior del país volvió a liderar los niveles de confianza (2,58 puntos), seguido esta vez por la Ciudad de Buenos Aires (2,45), que mostró una recuperación notable (+16,7%). El Gran Buenos Aires quedó último con 2,19 puntos, a pesar de una leve suba del 3,8%.
El nivel educativo también marca diferencias: quienes tienen formación terciaria o universitaria son los que más confían (2,50 puntos), seguidos por quienes terminaron la secundaria (2,45) y, por último, los que alcanzaron solo la primaria (2,15). Esta última franja, sin embargo, fue la que más creció en el mes (+7,5%).
Otro corte interesante tiene que ver con la experiencia con el delito: quienes no fueron víctimas en los últimos 12 meses tienen niveles más altos de confianza (2,53), pero lo llamativo es que quienes sí fueron víctimas también crecieron fuerte en el mes (+19,9%), aunque se mantienen por debajo (2,23).
Finalmente, la variable más predictiva del ICG sigue siendo la expectativa económica. Entre quienes creen que la situación mejorará dentro de un año, el índice llega a un altísimo 4,17 puntos, mientras que cae a 2,81 entre quienes creen que todo seguirá igual y a apenas 0,55 entre los pesimistas. Los datos reflejan que, más allá de los indicadores económicos duros, el humor social está atado a la esperanza o desesperanza sobre el futuro cercano.