Aunque un paso necesario, el proyecto de presupuesto dejó en rojo dos partidas claves para reducir el impacto que tienen los eventos externos en la economía local: el déficit financiero y de cuenta corriente.
El resultado financiero- que incluye intereses de deuda y vencimientos de capital- previsto para 2019 sería negativo en $ 596.000 millones, el 3,2% del PBI. Esto implicará una reducción del déficit de 2,3 puntos porcentuales en relación con 2018.
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Para acertar con la meta de 3,2% del PBI, Hacienda incluyó dos supuestos principales. En principio, confirmó un programa financiero exigente para 2019 que asume una renovación del 100% del stock de u$s 11.100 millones de Letes y de deuda con privados y organismos multilaterales. Así se requerirían u$s 2500 millones.
Además, los lineamientos presentados ayer deslizan otro supuesto fuerte: una caída del 50% de la cuenta corriente, que aliviaría las necesidades de financiamiento del sector privado pero también del público, con repercusión en la cuenta financiera.
"Proyectamos un déficit de cuenta corriente de aproximadamente u$s 9900 millones (2,2% del PBI), que se compara con uno de u$s 22.400 millones proyectado para 2018. Esta corrección refleja la suba del tipo de cambio real multilateral, la desaceleración de la demanda de importaciones, la reversión de la sequía y el mayor crecimiento de los socios comerciales", indicó el proyecto.
"El presupuesto muestra que se espera compensar el desahorro del sector público contra el resto del mundo, con el mayor ahorro del sector privado con el resto del mundo", dijo Gabriel Caamaño Gómez, director de Ledesma, y resaltó: "Esto se ve cuando se anticipa para 2019 un déficit de cuenta corriente de 2,2% del PBI, contra un déficit financiero de 3,2%".
Por otro lado, la devaluación provoca un ajuste de la cuenta corriente por una mayor entrada de divisas de bienes exportables, una menor demanda de dólares de industrias importadoras y una caída de demanda del turismo de residentes en el exterior. Esta dinámica estabiliza al tipo de cambio nominal y, por lo tanto, al déficit financiero, debido a que gran parte de los intereses están denominados dólares.
A la vez, la brecha externa se cubre con dos fuentes: endeudamiento de residentes o reservas. "Un menor déficit externo deja al sector público una mayor disponibilidad de reservas que, eventualmente, te dan poder de fuego ante corridas cambiarias o para pagar vencimientos de deuda", dijo Daniel Millia, economista de la UBA.
Para Martín Vauthier, economista de EcoGo, una caída de la cuenta corriente no necesariamente trae consigo una mejora de las cuentas fiscales, pero en el contexto económico crítico actual, la relación entre ambos flujos es estrecha y sensibiliza al mercado interno frente a shocks externos. "No es casual que la Argentina y Turquía hayan sido las más golpeadas, teniendo en cuenta que eran las que presentaban mayores desequilibrios de cuenta corriente", aseguró.