Lousteau está enojado, quejoso, molesto. Que lo quieren bajar de la segunda vuelta, que el tamaño del voto en blanco en la pantalla del domingo de la elección, que no puede decir quién es su candidato a presidente, y tiene que dar explicaciones sobre los números que hizo cuando le propuso la resolución 125 a Cristina Kirchner en 2008, cuando era su ministro de Economía.

Su campaña electoral ha sido, mayormente, de crítica a la gestión macrista, más que de propuesta sobre la Ciudad que el economista imagina para los porteños.

El domingo de la elección pidió una auditoría sorpresa al Tribunal de Justicia porteño para que detecte anomalías en la implementación de la boleta electrónica.

Movilizó a funcionarios judiciales que organizaron un operativo en apenas unas horas: debían auditarse doce escuelas en la ciudad, pero a la tercera, los apoderados de ECO desistieron justamente porque todo funcionaba lo suficientemente bien como para que no merezca denuncia pública alguna.

El miércoles, el problema con el Tribunal fue el tamaño del voto en blanco en la pantalla de las terminales para el 19 de julio. ECO quería que directamente ni figure la opción; el PRO pretendía que el voto en blanco tuviera el mismo tamaño que el de los dos candidatos, por lo que el Tribunal fue salomónico: la opción de voto en blanco irá debajo de los dos candidatos, no muy grande.

Igual, Lousteau quedó disconforme. Insistió en que existen favoritismos en el Tribunal, aunque cuando le dijeron que sería peor si se convocaba a una reunión con los demás partidos, ECO se calmó.

Ayer temprano, Mauricio Macri, le pidió públicamente a Lousteau, que "no le busque el pelo al huevo".

Y es que no es el macrismo el que llamó a los votantes del kirchnerismo o a la izquierda a votar en blanco, una opción que beneficia generalmente al que va primero. Fue el propio Luis Zamora, el de Autodeterminación y Libertad, el primero en pedirle a sus votantes (un nada despreciable 4% de los porteños) que voten en blanco porque "Larreta y Lousteau representan al mismo proyecto".

Parte del kirchnerismo satelital, como Aníbal Ibarra o María José Lubertino, han llamado informalmente a votar a su ex compañero de espacio, Martín Lousteau.

El problema lo tiene el kirchnerismo duro, que hizo campaña sobre todo en el último mes, culpando a Lousteau de haber hecho "mal los números" y, como dijo la propia Presidente en cadena nacional, de "casi hacer volcar" a su gobierno.

¿Cómo volver de semejante acusación? Porque si Mariano Recalde llama a sus votantes porteños a votar a Lousteau, de acuerdo a lo que dijo durante la campaña, les estaría deseando una Ciudad mal administrada y con posibilidades de "volcar".

El domingo el kirchnerismo duro prometió una definición. Y, muy probablemente, se limite a "no voten al PRO".