Daniel Osvaldo Scioli es uno de los tres políticos con mejor imagen de la Argentina, y es más que conocida su aplicación a las cuestiones de marketing. Por eso mismo llama mucho la atención que el gobernador bonaerense se haga propaganda en contra en su propio territorio. Tal como se observa en una de las fotos que acompañan a esta nota, Scioli reconoce que la ruta provincial 65 está en pésimo estado. La imagen fue tomada días atrás a la salida de Daireaux, ciudad cabecera del partido de igual nombre ubicada a 400 kilómetros al oeste de la Capital Federal. No es el único cartel de autodenuncia que se ve sobre esa ruta.
Tampoco es una novedad que la 65 sea sinónimo de peligro, según escribieron los cráneos de la Dirección Provincial de Vialidad, que deben haber pensado que advertir los eximía de actuar, haciendo mal uso del refrán que dice que es mejor prevenir que curar. En octubre de 2010 la diputada nacional del macrismo por la provincia de Buenos Aires presentó una denuncia penal contra Scioli y el Administrador General de Vialidad Provincial, José Curto, por la falta de obras de mantenimiento, señalización y mejoras en esa ruta que ha generado reiterados accidentes, muchos de ellos mortales. Unas semanas atrás cinco personas habían fallecido en un siniestro.
Tampoco fue la única demanda. En abril del año pasado un grupo de vecinos autoconvocados junto con familiares de víctimas de accidentes en esa ruta presentaron otra denuncia y elevaron un petitorio con 3000 firmas. Eso después de que se interrumpieran obras de pavimentación a escaso tiempo de haberse comenzado. A esa altura se habían realizado tareas de bacheo y mejoras en 1,3 kilómetros de los 151 que estaban previstos. Los vecinos se habían movilizado luego de que se registraran cinco accidentes en 48 horas. Las autoridades reaccionaron prometiendo reanudar obras por 64 millones de pesos que se habían interrumpido por falta de pago a la empresa contratista. Al realizar el anuncio de un nuevo llamado a licitación, el entonces titular de Vialidad, Ricardo Curetti, habló del inminente inicio de los trabajos.
A juzgar por la foto, o por el testimonio de cualquiera que transite por la ruta 65, la situación sigue justificando que se la denomine el camino de los pozos. Etiqueta que se queda corta si se considera que entre Bolívar y Guaminí hay en promedio más de 100 accidentes por año con un saldo de 21 muertos, según contabilizó el profesor y vecino Jorge Lapena, tío de una de las víctimas.
El Presupuesto 2012 le asignó a Vialidad provincial 1.200 millones de pesos para gastos de capital. Nada, o a lo sumo casi nada de la partida se asignó a mejorar la ruta 65, que continúa en pésimo estado. A confesión de parte.
Sobreviviendo a la 65 rumbo al oeste se llega a la 60, que pasa por Carhué y Rivera. Los asesores de imagen del gobernador deberían informarle que ahí también hay carteles de autodenuncia como se ve en otra de las fotos que ilustran esta nota avisando Peligro. Zona de baches. ¿Es ingenuo plantear por qué no los eliminan en lugar de indicarlos? La 60 no está tan mal como la 65. Aunque mucho peor que la ruta provincial 18 de La Pampa. Con la particularidad de que la 18 pampeana es la continuidad de la 60 bonaerense. Es notable como la ruta mejora ni bien se cruza la frontera, y es inevitable la comparación que deja mal parado a Scioli.
A poco de ingresar a La Pampa está Chacharramendi, un pequeño pueblito que tiene un sitio de interés histórico imperdible: una pulpería del año 1901 que fue restaurada en 1990. Además de una atractiva recreación histórica, de la gran variedad de objetos de época (envases de alimentos y bebidas, medicinas, ropa, municiones, registros contables, etc.), hacia el final se llega a la oficina donde funcionaba el correo y el juzgado de paz. Sobre la pared de fondo el visitante se topa con un enorme mapa como el que registra otra de las fotos de esta nota. Se trata del mapa catastral correspondiente al año 1922 del territorio de La Pampa, que por entonces era parte de la provincia de Mendoza. El interesado en cuestiones históricas y económicas puede pasar horas observando cómo fue el reparto de la tierra en la Argentina. El mapa muestra parcela por parcela con su correspondiente propietario. La inmensa mayoría de parcelas tenían una dimensión de horizonte a horizonte, como dijo alguna vez sobre su campo en el norte Robustiano Patrón Costas. El listado de familias aristocráticas está bastante completo: aparecen tierras a nombre de Pereyra Iraola. Acevedo, Shaw, Zuberbhuler, Bunge, Bunge y Born, Otalegui Larrea, Achával, Santamarina, Tornquist, Soldati, Anchorena, Ocampo, entre otras.
El mapa de la pulpería abona la tesis que atribuye a esa particular e injusta configuración de la propiedad de la tierra varios de los males de la Argentina. Y anima a preguntarse: ¿No sería instructivo que se publicaran los actuales mapas catastrales?