El 18 de septiembre de 1985 se pronunció una frase que se convirtió en ícono de los años desde el retorno de la democracia, que supo ser un slogan durante años para organismos de Derechos Humanos y que fue reeditada -y resignificada- por Javier Milei en la reciente campaña libertaria en la Provincia de Buenos Aires.
En el edificio de Tribunales, luego de 8 días de alegato, el fiscal Julio Cesar Strassera pronunció las palabras que lo inmortalizaría y que, inclusive, llevarían a que su figura sea encarnada en una película protagonizada por Ricardo Darín: "Señores jueces, quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces, nunca más".
Cuarenta años más tarde, el estratega libertario y asesor presidencial Santiago Caputo la haría parte de la campaña de los candidatos de Javier Milei en la Provincia de Buenos Aires para expresar un "nunca más" al Kirchnerismo.
La frase, de alto contenido simbólico en el ámbito de los Derechos Humanos, no pasó desapercibida. El kirchnerismo, que había hecho de ese tema un leitmotiv, le respondió con vehemencia y algunas voces como la de Cristina Fernández de Kirchner señalaron al asunto como uno de los causantes de la derrota libertaria.
Pero el "Nunca Más" tiene su propia historia. Raul Alfonsín había llegado a la presidencia a fines de 1983 denunciando un pacto sindical-militar, afirmando que derogaría la autoamnistía de los jerarcas militares y hablando de niveles de responsabilidad en las políticas represivas del Gobierno militar. También convocó a una comisión civil para investigar violaciones a los derechos humanos, la CO.NA.DEP.
Sin embargo, las causas contra los comandantes en el fuero militar no avanzaban y, a fines de 1984, la Cámara Federal le quitó definitivamente el caso al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, propiciando el Juicio a las Juntas.
El juicio oral y público contra los comandantes se inició el 22 de abril de 1985, un proceso de 7 meses y medio, con 530 horas de audiencia y más de 800 testigos. Debió sortear amenazas contra jueces, abogados y fiscales, y las sentencias se leyeron el 9 de diciembre de ese año.
La conducción de la acusación recayó en el equipo encabezado por Strassera y por un joven Luis Moreno Ocampo. El alegato duró más de una semana y es recordado especialmente por su tramo final. Allí se rebatieron los argumentos de la "guerra sucia" esgrimidos por las defensas: "El sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica, sino una perversión moral".
Strassera dedicó un párrafo particular a deslindar responsabilidades. Aclaró, a tono con la propuesta alfonsinista de los niveles de responsabilidad, que el proceso "no fue contra las fuerzas armadas sino contra los responsables de su conducción en el periodo 1976-82".
"No es el honor militar el que aquí está en juego sino, precisamente, la comisión de actos reñidos con el honor militar", dijo el Fiscal.
Aquella alocución, terminó con el aplauso generalizado de las tribunas, con el presidente del tribunal, Leon Arslanian, pidiendo el desalojo de la sala y con los acusados, en particular de Jorge Rafael Videla, mirando al público de manera desafiante.
La frase, esa que según Strassera pertenecía al pueblo argentino tiene, en realidad, un autor concreto en el escritor y presidente de la CONADEP, Ernesto Sábato. Cuando en diciembre de 1984 entregó el informe sobre violaciones a Derechos Humanos al presidente, en su prólogo ya se leía: "Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras (...) únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror. Únicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado".
El "Nunca Más" fue tapa de libro y fue remera siempre en manos de los sectores cercanos a los Derechos Humanos. A partir del 2003, el kirchnerismo desplegó una serie de iniciativas que apuntaron a ese vértice político y no fueron pocos los sectores que señalaban una "apropiación".
El propio fiscal Strassera dijo: "Yo aplaudo lo que dijo Macri, porque dijo la verdad. Es el curro de los derechos humanos", en alusión a las políticas de Néstor y Cristina Kirchner. De hecho, se mostró contrario a la reapertura de los juicios a militares luego de la declaración de nulidad de Obediencia Debida y Punto Final.
Sin embargo, fue sorpresivo cuando, hace un par de meses, La Libertad Avanza adoptara la frase que lo inmortalizara. Javier Milei y sus candidatos posaron con una bandera que rezaba "Kirchnerismo Nunca Más" en un barrio humilde de La Matanza.
Eslogan de campaña, fue usado para criticar cualquier tema que pudiera endilgarse al peronismo, desde un robo hasta la batalla de barrabravabas de Independiente y Universidad de Chile.
Si la frase en su contexto original era señalar el rechazo social y político al accionar militar represivo y subrayar que eso no debía repetirse, el mileísmo propuso -a través de Caputo- dejar atrás "la mentira" del kirchnerismo.
El día en que su caravana por Lomas de Zamora fue interrumpida por incidentes, el presidente fue más allá y agregó otra capa más de guiño histórico: "Es civilización o barbarie", una frase de cuño sarmientino que aludía al enfrentamiento entre federales y unitarios. Para el mileísmo, la barbarie k debía ser dejada atrás para que "argentina avance".
Sin embargo, la derrota electoral bonaerense por más de 15 puntos condenó la estrategia discursiva, al menos por ahora, al olvido. Los primeros mensajes electorales posteriores que incluyen nuevos spots de cara a octubre no cambian al adversario: afirman que el kirchnerismo está "dispuesto a romper todo" y muestran a Milei pidiendo acompañamiento para un "cambio real que no se da de un día para otro".
El "Nunca Más" seguirá siendo recordado por la culminación de un alegato histórico, pero como herramienta de campaña en manos de Milei, no tuvo más de dos meses de existencia.