¿Estaba atrasado el tipo de cambio? ¿Hubo una corrección tras el salto que registró en julio? Evidentemente, hay mucha tela para cortar en este asunto. Pero lo que está claro es que el debate sobre si hay o no atraso cambiario no es ninguna novedad en la Argentina.
La discusión fue foco de atención a comienzos de este año. Algunos economistas, como el exministro Domingo Cavallo, hicieron énfasis en la "exagerada" apreciación del peso y su impacto a mediano y largo plazo en distintos sectores de la economía que compiten con importaciones.
Por el contrario, el Gobierno defendía a rajatabla la sostenibilidad del plan económico, como así también criticaba a quienes ponían en duda si habría o no una devaluación del dólar. "Noto mucha gente enojada que habla del carry trade [estrategia de inversión para hacer tasa en pesos] y no saben ni sumar",apuntó el presidente Javier Milei en su momenyo en una entrevista con A24.
Posteriormente, el Ejecutivo cerró el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y puso en marcha, a mediados de abril, la Fase 3 del programa económico, anunciando medidas como la flexibilización del cepo e implementación de un régimen de flotación entre bandas.
En ese ínterin, el jefe de Estado había asegurado que el objetivo del Ejecutivo era llevar al tipo de cambio oficial al piso de la banda (en ese momento, a $ 1000), lo cual iba a permitir, en caso de alcanzar ese valor nominal, que el Banco Central (BCRA) acumule reservas y, por consiguiente, sume puntos para cumplir las metas que acordó con el Fondo. Igualmente, dicha intención no se vio reflejada en las pantallas de los bancos de la City, mientras que el atraso cambiario volvió a ser tema de discusión entre los economistas
Lo cierto es que, hasta fines de junio, el dólar se mantuvo en el rango de los $ 1100 y $ 1200 para la venta. Aunque, empujado por un aumento de la demanda minorista; que se incrementó por el pago del aguinaldo, una caída en la liquidación de divisas por parte del campo, el desarme de las LEFI; lo cual generó una gran volatilidad de tasas, y la típica tensión preelectoral, entre otros factores, el tipo de cambio saltó $ 165 y cerró julio a $ 1380, su valor más alto desde que se eliminó el cepo para personas humanas.
Ahora, tras una serie de medidas que tomó la administración libertaria para contener la presión alcista (por ejemplo, el Tesoro convalidó tasas más altas en la última licitación, mientras que el BCRA subió los encajes de los bancos al 40%), la divisa oficial se estancó en $ 1330, contabilizando una pérdida de $ 50 en los primeros doce días de agosto.
Bajo este contexto, y luego de extensos debates en las últimas semanas respecto a la apreciación del peso, surgió un nuevo interrogante: ¿es adecuado para la economía el nivel que alcanzó el dólar? Por empezar, si hay atraso cambiario, las exportaciones se encarecen y se reduce la competitividad de los productos locales en el mercado internacional.
"No hay dudas de lo falaz que fue cualquier argumentación que afirmaba que el dólar debía ir a $ 1000, por una aparente (y falsa) noción de 'escasez de pesos '", objeta un informe de la consultoraLCG, firmado por Javier Okseniuk (director ejecutivo) y Melisa Sala (economista principal), al que tuvo acceso El Cronista.
Según argumentaron, el gran desempeño en Vaca Muerta durante el primer trimestre del 2025, registrando el mayor volumen de producción en ese mismo período desde 2009; de acuerdo a los datos que publicó la Secretaría de Energía, fue clave para "aguantar un dólar atrasado en un nivel que de otro modo sería insostenible".
No obstante, los especialistas aclararon que "hubiese sido un año fuertemente deficitario en lo externo (cuenta corriente) si se hubiera mantenido el dólar en los niveles de principios de abril", con un crawling peg -devaluación del tipo de cambio- que regía al 1% mensual.
Por ese motivo, lo que está faltando para lograr una solidez macro (en las cuentas externas) "no se encuentra en sí el Gobierno tiene la capacidad de pedir prestado un puñado de dólares", sino en la capacidad de la economía argentina para exportar.
"Habiéndonos acostumbrado a un contexto más razonable y estable, lentamente Argentina vuelve a encontrarse frente a una restricción estructural: su dificultad para generar divisas de manera genuina, esto es, para vender bienes y servicios que el mundo quiere, en calidad y precio competitivos", consignaron.
¿Seguirá subiendo el dólar? Qué implica para la economía argentina
El documento que difundió la firma prevé que el dólar se mantendrá al alza, tomando en cuenta que ya finalizó el ciclo más fuerte de liquidación de divisas. Según así lo indicó la Bolsa de Comercio de Rosario, Argentina superó los u$s 39.000 millones en exportaciones de bienes en el primer semestre, siendo el complejosojero el sector que lideró el ranking (generó u$s 8514 millones en dicho período).
Ahora bien, con un tipo de cambio más elevado, ¿es suficiente para reducir el déficit externo y equilibrar las cuentas? De acuerdo al análisis de los expertos de la consultora, "al crecer, se usan dólares, con lo que, para crecer, se necesita generar dólares". Con ello, implícitamente, dejaron en evidencia que el ingreso de divisas, ya sea por desembolsos del FMI u otras entidades del orden internacional, no alcanza para incentivar el crecimiento de los sectores productivos.
En paralelo, Okseniuk y Sala destacaron algunas de las medidas que adoptó el Gobierno para eliminar trabas al comercio exterior (reducción de aranceles y derechos de exportación, eliminación del sistema SIRA y del impuesto PAIS para las importaciones, entre otras), al tiempo que recordaron que la economía estaba excesivamente cerrada. "Eso generaba una serie de malos incentivos que atentaban contra las mejoras de procesos, incrementos de la productividad y, en última instancia, contra el crecimiento", opinaron.
Sin embargo, advirtieron: "Abrir la economía con atraso cambiario no es una buena combinación, porque el atraso hace que la cancha esté desnivelada. La apertura no tiene por qué propiciar de inmediato la expansión de nuestras ventas de bienes y servicios al exterior. Más bien, al revés: en principio la apertura deteriora el saldo comercial externo, y eso es lo que estamos viendo".
Justamente, plantearon que "si los cambios en el nivel cambiario no ayudan lo suficiente para equilibrar las cuentas externas, la variable de ajuste termina siendo, a través de diversos canales, una menor actividad económica". Es que esto podría desembocar en una suerte de "restricción externa", un fenómeno que "limita el crecimiento como consecuencia de la escasez de dólares, algo muy visto en la historia argentina, también en años recientes".
Previo a la aprobación de la primera revisión del programa con Argentina, el FMI publicó un documento en el que proyectaba, basándose en mediciones del 2024, que el déficit de cuenta corriente -implica mayor importación de bienes y servicios de lo que se exporta- previsto para 2025 estaría en torno al 0,4% del PBI.
"Si hay un déficit comercial externo importante, que no podrá ser financiado de manera permanente con entradas de capitales, la solución 'de mercado' sería con un dólar más alto", sintetizaron los especialistas.
Y compararon: "Si las elasticidades al tipo de cambio de las importaciones y exportaciones fueran altas en el corto plazo, un dólar más alto equilibraría las cuentas externas sin necesidad de atemperar la actividad económica. Si las elasticidades fueran bajas, esta relación inversa entre actividad y salud externa es la que prevalece: si se requiere equilibrar el saldo de la cuenta corriente (porque el mundo no está dispuesto a financiar el déficit de manera permanente), no queda otra que poner un límite al crecimiento".
¿El dólar puede testear el techo de la banda?
En otro informe, al que también accedió El Cronista, la consultora LCG proyectó que "las presiones sobre el dólar seguirán latentes", incluso bajo un "escenario cambiario más volátil".
Esto se explica por dos motivos. El primer punto tiene que ver con la oferta de divisas: el campo adelantó exportaciones en la primera parte del año (por la baja temporal de retenciones), mientras que, por la estacionalidad propia de cosecha, "habrá menores liquidaciones en los próximos meses".
A pesar de ello, la firma señaló que ya se registró una aceleración en la oferta del agro respecto a los niveles que se observaron a fines de julio, "cuando ya no corría la baja temporal de retenciones". En promedio, pasaron de u$s 40 millones a u$s 80 millones al término de la primera semana de agosto.
En segundo término, sostienen que, por el lado de la demanda, "se sumarán los gastos al turismo comprometidos en momentos de dólar más bajo y la usual dolarización de carteras en la previa a las elecciones".
Por otro lado, los analistas creen que "un dólar testeando la banda superior (aproximadamente en $ 1450) debería por sí solo reducir las expectativas de devaluación en la medida que exista la seguridad de que el BCRA tendrá la voluntad y capacidad de sostener el valor del dólar en ese techo".